Negra, blanca, de seda, llevar esta prenda es toda una tradición que pasa de madres a hijas y aún hoy está de moda para las mujeres salen a procesionar tras el Cristo o la Virgen.
La mantilla es una prenda hermosa que hoy en día sólo se lleva en ocasiones especiales, como en el acompañamiento de los pasos de Semana Santa por parte de las mujeres que desean caminar tras el Cristo o la Virgen. Así, esta tela que para muchos puede pasar inadvertida, permite que las devotas cristianas marquen una seña de elegancia al llevarla sobre sus hombros.
El origen de la mantilla, tal y como se la conoce hoy, no es exacto, ya que se trata de un elemento que ha pertenecido a la vestimenta de la mujer y que ha tenido muchas formas. Así, las mujeres íberas ya se tapaban la cabeza con mantos y velos.
Una costumbre que continuó en la Edad Media y que en siglos venideros sería propia de las mujeres del pueblo.
Su uso se generalizó a partir del siglo XVIII y no llegó a la realeza hasta años más tarde, cuando Isabel II la adoptó como un complemento más de su indumentaria.
A partir de estos años, y como ocurren con otras modas, la mantilla dejó de usarse como un elemento de uso diario para lucirla sólo en ocasiones especiales, como las fiestas de los pueblos, las bodas, los toros o la Semana Santa.
Herencia cultural
Estos días hemos podido ver cómo numerosas jóvenes y mujeres adultas se han vestido de riguroso luto para acompañar a los titulares de las cofradías de Melilla en su procesión. Todas ellas con mantilla negra, un signo más del dolor del devoto por la muerte de Jesús. Aunque este Domingo de Resurrección las mantillas pasarán a ser blancas para expresar el júbilo y la alegría de los cristianos.
Características
En Melilla se denomina ‘mantillas’ a las mujeres que llevan esta prenda y que acompañan a las procesiones, aunque en otras partes de España reciben el nombre de ‘madrinas’. No obstante, el protocolo es igual para todas y el atuendo adecuado se compone de un vestido negro con un corte por debajo de la rodilla, medias negras, zapatos y guantes negros y un rosario.
Así, en esta vestimenta es donde destaca la mantilla que suele estar sujeta en el moño con una peineta o peina y un broche.
En este sentido, hay varias formas de mantilla aunque la más común tiene 1,10 por 2,20 metros y en cuanto al tejido las hay de blonda, chantilly y tul. Así, una mantilla con estas medidas y de blonda tiene un precio cercano a los 100 euros, tal y como informaron desde la tienda Costa Azul, que este año no ha notado que la compra de esta prenda de vestir haya aumentado. Esto no sólo se debe a la crisis, sino a que una mantilla puede durar generaciones.
Por otro lado, están las peinas con varios tamaños según la altura de las mujeres que rondan entre los 40 y 45 euros la pieza. Otro de los elementos que completa esta parte de la vestimenta es el broche que sujeta parte de la mantilla en la parte superior para darle vuelo y fijarla sobre la peineta.
Colocar la mantilla y la peineta es todo un arte
La mantilla es una prenda que sólo se lleva en determinadas ocasiones, por lo que lucirla es todo un arte. Pero aún lo es más el hecho de que ni la peineta ni esta preciada mantilla se muevan en todo el día para que la manola o madrina pueda pasear sin problema con ella.
Así, las peluqueras y expertas en la materia tienen varios trucos, como que el largo de las puntas llegue hasta el largo de la falda y que se recoja en los hombros con unos alfileres, con el objetivo de que el movimiento de la mujer tenga más gracia y sea lo más natural posible para ella.
La peineta no sólo permite aguantar la mantilla sobre la mujer, sino que le proporciona un elemento estético que aporta belleza a todo el conjunto, elevando esta preciada tela de encaje y haciendo más esbelta a la mujer que la luce.
Además, muchas manolas optan por recoger el vuelo con un bonito prendedor y así, asegurar más aún que no se vaya a caer.