Melilla se desayunó este jueves con una buena noticia porque siempre que baja el desempleo hay que expresar satisfacción. Los parados no son solo un número en las estadísticas: son personas, cada una con una historia distinta pero con el drama común de no tener trabajo y, en consecuencia, no poder siquiera tener un proyecto de vida ni para sí mismas ni para sus familias.
Por eso es francamente estupendo comprobar que baja el paro y que lo hace, además, en casi 400 personas en Melilla, situándose la cifra global de desempleados en 7.834 ciudadanos, algo que no se veía en la ciudad desde 2005, tal como manifestó la consejera de Hacienda, Comercio y Empleo, la cepemista Dunia Almansouri, para quien se trata de algo histórico.
En su opinión, bajar así de los 8.000 parados es algo que alienta la esperanza en un mejor futuro económico y ciertamente es así si de verdad hay una continuidad en el tiempo y no estamos ante un espejismo motivado por el retraso en las contrataciones de la segunda fase de los planes de empleo de la Delegación, que se iniciaron a finales de abril y que dieron trabajo a 386 personas.
Lo bueno es que casi 400 melillenses van a poder trabajar los próximos meses, que las familias van a tener un respiro. No podemos pasar por alto el hecho de que la cesta de la compra de Melilla sea de las más caras de España y, en consecuencia, son muchos los que sufren carencias alimenticias, como la carne o el pescado.
Ese descenso en un 4,8% de las cifras de paro durante el mes de abril debe ser también un acicate para seguir trabajando en políticas de reactivación del tejido productivo de la ciudad, que aumenten las oportunidades, sobre todo para los más jóvenes.
Aunque el comportamiento del empleo en ese colectivo ha mejorado, no se puede bajar la guardia. Hay que insistir en la formación de los jóvenes como uno de los principales recursos a la hora de encontrar un empleo. Queda mucho camino por andar y es necesario todavía implementar medidas que contribuyan a fijar un nuevo modelo productivo en la ciudad.
La aduana comercial sigue cerrada y no hay visos de que eso vaya a cambiar en un futuro próximo, ni siquiera a medio plazo. Melilla tiene la oportunidad de reinventarse otra vez y empezar por un mayor consumo gracias a más mano de obra trabajando, no es mala marca.