Prácticamente ha comenzado la cuenta atrás y las cartas ya están echadas. Resulta difícil imaginar que la intención de voto de los melillenses pueda variar en los cincuenta días largos que quedan hasta el 22-M. El Pleno de Control de ayer fue el punto final prácticamente a un devenir en la Asamblea de Melilla, que comenzó muy mal, a causa del intento de impugnación de CpM, incapaz de admitir los abultados resultados favorables al PP; y tampoco ha terminado bien, porque las posibilidades de entendimiento entre los grupos representados en la Ciudad Autónoma desde el principio de este mandato han sido realmente nulas.
Ahora queda resolver incógnitas, conocer las listas electorales, en parte desveladas –al menos en lo que al PSOE respecta -, y en parte muy inconcretas, especialmente en lo tocante al PP, que en el movimiento de sus cargos de Gobierno no quiere suscitar razones para posibles recelos o descontento en el seno de su partido.
También queda por saberse quién será el próximo delegado del Gobierno, una vez que el relevo de Escobar se hace inminente, dado que la actual autoridad gubernativa será el número dos de la candidatura socialista. Incógnitas que antes de mediados de abril quedarán más que resueltas, aunque en lo tocante al relevo de Escobar se dice que puede ser muy pronto, incluso este mismo viernes, si como se prevé el Consejo de Ministros nombra en su reunión de mañana a su sustituto.