Manolo Soria es admirable porque está destinando su vida a la defensa de la ecología. De casta le viene al galgo porque su padre, don Manuel Soria, le enseñó, desde muy chiquitito, lo necesario de admirar a las especies animales, las vegetales y al ser humnao. Y es un ecologismo tan respetuoso como crítico hacia conductas contrarias a estos fines: "La gran cantidad de residuos que nos invaden, las pocas zonas verdes que existen llenas de basuras, el litoral desnaturalizado y lleno de residuos, y la persistente y contumaz obsesión de nuestros gobernantes locales de construir más y más, echar más cemento, hormigón y asfalto (con un coste exhorbitante), a una ciudad que hace apenas veinte años vivía en un cierto equilibrio entre zonas verdes, huertas y asfalto, son los principales retos a los que nos tenemos que enfrentar". Y lo dice así, sin complejos desde que en 1987 naciera Guelaya, eccologistas en acción.
Manolo comenzó esta lucha sin cuartel acompañado por los 'tradicionales', o sea con José Manuel Cabo, José Luis López Belmonte, Margarita Gallardo, Guillermo Reus y pocos más pero hoy, la claridad de sus mensajes ha calado hasta llegar a convertirse en escuadrón de socios y simpatizantes: "Trabajamos todos los temas que tengan que ver con nuestro entorno natural y por el desarrollo sostenible de nuestra ciudad. Nuestras decisiones las tomamos de manera asamblearia por nuestros socios en asambleas periódicas y existe un presidente el cual dirige el colectivo junto con la directiva que en este momento está formada por todos aquellos socios que acuden a la reunión de los miercoles a las 8 de la tarde en su sede social. Se hace de esta forma para fomentar la participación de los socios y que la toma de decisiones recaiga sobre todo en aquellos socios más participativos y trabajadores. También los socios pueden organizar grupos de trabajo, organizar actividades y desarrollar aquellas tareas que les interese siempre y cuando estén dentro del ámbito de actividades y principios del Colectivo".
Los tiempos han cambiado y ya disponen de nueva sede en el 'Gallo de Oro', subida a Cabrerizas. No limitan su acción al territorio melillense sino que realizan repoblaciones en la provincia de Nador -funcionan como un reloj con las organizaciones marroquíes-, realizan avistamiento de cetáceos y calquier actividad que garantice la sostenibilidad del medio ambiente y a veces -las pocas eso sí- "nosotros somos un grupo ecologista que no ha parado desde entonces de denunciar situaciones y buscar soluciones al grave problema medioambiental que sufrimos en nuestra ciudad. Temas como los residuos, las zonas verdes, el litoral, la educación ambiental son parte de nuestras acciones pasadas y en casos puntuales la política del Gobierno de la Ciudad Autónoma ha cambiado para ajustarse a nuestras reivindicaciones.
Y todo ello constituye ley de vida y vocación del presidente de Gelaya, Manolo Soria, hombre, como su padre, afable, comunicador, accesible y siempre dispuesto a convertirse en en apóstol medioambiental. Un trabajo no remunerado pero imprescindible en los tiempos que corren.