España ha levantado, por fin, la obligación de usar la mascarilla en el transporte público, pero contrario a lo que cabía esperar, casi tres años después de decretado el primer estado de alarma por la pandemia del coronavirus, hay melillenses que se resisten a dejar de usarla.
Desde la Consejería de Salud Pública han aclarado que si bien no hay que usar la mascarilla en aviones, trenes, buses, etc, sí sigue siendo obligatoria en hospitales, centros de salud y farmacias.
De hecho, desde el Colegio de Médicos recuerdan que hay que seguir usándola dentro de los centros sanitarios para proteger a las personas más vulnerables.
De las misma manera, los taxistas de Melilla hacen un llamamiento a sus usuarios para que, en caso de tener síntomas asociados al coronavirus, suban al taxi con mascarilla.
El Faro ha subido a la COA y ha comprobado que la mayoría de los usuarios sigue llevando la mascarilla. Influye, cómo no, que estamos en invierno y que la práctica nos ha demostrado que en cuanto nos hemos quitados las mascarillas hemos vuelto a contagiarnos de gripe y otros tipos de infecciones respiratorias.
España no podía mantener por mucho más tiempo la obligación de usar la mascarilla porque era el único país de la UE que mantenía esta restricción. De alguna manera damos por superada la pandemia. Y lo hemos conseguido gracias a la alta tasa de vacunación en todo el país, donde el 93% de mayores de 12 años cuenta con la dosis completa.
A pie de calle, son muchos los melillenses que apuestan por la prudencia. No es obligatorio llevar la mascarilla, pero es recomendable entre las personas con síntomas de tener una infección respiratoria y también entre la población vulnerable.
Se trata de aplicar el sentido común y de entender que el covid está bajo control, pero no ha desaparecido. Sigue ahí y también sigue ahí un 7% de la población que no tiene o ninguna vacuna ni las dosis completas.
Hemos visto con estupor la ola de contagios de covid en China. Cabe pensar que lo que les ha pasado a ellos se debe a las bajas tasas de vacunación o a la poca efectividad de su vacuna, pero a nadie interesa que el virus mute. Todos tenemos muy recientes los estragos que ha causado la pandemia en la economía mundial y los miles y miles y miles de muertos que ha dejado el coronavirus a su paso por el planeta. Tenemos, por tanto, que ser prudentes.