Los niños diabéticos de Melilla no se han quedado sin Carnavales gracias al trabajo diario de la Asociación de Diabéticos de Melilla (Adimel) que preside Joaquín Rosa. Eso sí, son fiestas que mezclan alegría, felicidad y aprendizaje porque hay que seguir informando a los chavales y a sus familias sobre qué hay que comer, cuándo y, luego el ejercicio físico recomendable para equilibrar los niveles del cuerpo humano. Y para éso, Joaquín cuenta con la inestimable colaboración del Colegio de Enfermería cuyas profesionales –digo 'cuyas' porque casi todas son mujeres– se marchan a la sede y charlan con los pequeños cada vez que Rosa les pide asesoramiento.
El viernes le tocó a una colaboradora incondicional de Adimel, Leticia, una profesional de perfecta solvencia que sabe cómo hacer llegar a los niños un mensaje claro.
Que no, que no son distintos, que pueden comer, que pueden jugar, eso sí, midiendo los niveles de azúcar. Joaquín Rosa montó una suculenta mesa de merienda que incluía prácticamente de todo y, alimento tras alimento, Leticia explicó sus propiedades y las oportunidades para ser consumidos. Era una especie de clase alimentaria pero con los comensales debidamente disfrazados porque estamos en Carnaval. Ahí estaban Superman y un Brujo Negro y las brujillas desdentadas, los Picapiedra, ea todos con las miradas fijas en los alimentos y en el gimnasio porque después de comer, hay que moverse.
Fue una gran velada, como lo suelen ser todas las que organiza Adimel. Esto sí que es un carnaval... de solidaridad. Rosa y su equipo de voluntarios han conseguido desmitificar la enfermedad gracias a mensajes amables y actividades de ocio. No se conoce niño alguno de Adimel con complejo sanitario porque han conseguido convencerles de que son niños absolutamente normales. Lo que no ocurre con los adultos. Es curioso: Los chavales y sus familias no faltan a las citas de Adimel, los mayores pasan olímpicamente de las iniciativas de la asociación. Hombre, hay excepciones como los adultos que se acercan a las mesas de Adimel que cada año montan en el Día Mundial de la Diabetes, pero no son tantos.
“Nosotros estamos aquí para servir a la sociedad melillense afectada por la diabetes, sobre todo a los más pequeños, aunque nuestras puertas están abiertas a todos”. Ellos hacen posibles los viajes de verano, las fiestas pero, sobre todo, la información sencilla y adaptada a las edades menores y a sus progenitores. Y les sale muy bien, no hay más que darse una vuelta por la sede del barrio de la Victoria para entender que lo que hay en la sede social es una escuela de salud gratuita y accesible. Si le diagnostican diabetes a su hijo, llévelo pronto a Adimel, merece la pena.