Dice la historia que hace treinta años una banda de delincuentes incultos, deshonrando el uniforme de la Guardia Civil (me refiero a los cabecillas) asaltó el Congreso de los Diputados, pistola y fusil en mano, al grito de ¡¡quieto todo el mundo y se sienten coño!! Que eran delincuentes, no ofrece duda, ya que fueron condenados por la comisión de varios delitos gravísimos. Que eran unos incultos, tampoco, por lo forma zafia, burda y desvergonzada de dirigirse al Gobierno y a los Diputados.
El intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 fracasó porque el Rey actuó con contundencia y decisión, pero también porque en los cuarteles había militares que no estaban dispuestos a volver 45 años atrás. Entre ellos se encontraban, sin duda, antiguos miembros y simpatizantes de la Unión Militar Democrática (la UMD se autodisolvió en junio de 1977 con la llegada de la democracia a España). El actual Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Teniente General don Julio José Rodríguez, en contra de lo que afirman los intoxicadores de siempre, nunca perteneció a la UMD, pero el 23 de febrero de 1981 se opuso enérgicamente a la intentona golpista desde su destino como capitán en la Base Aérea de Manises (Valencia) cuando el golpista Milans del Bosch (se podía haber apellidado de otra manera) sacó los tanques a la calle.
A don Manuel Azaña, cuando era Ministro de la Guerra, allá por el año 1932, también le quisieron asaltar su Ministerio con él dentro. Así lo cuenta el propio Azaña en sus célebres Cuadernos, en los que a modo de diario personal fue anotando día a día todo lo que iba aconteciendo durante los años convulsos de la Segunda República.
La UMD fue fundada en Barcelona en septiembre de 1974 por un grupo de comandantes y capitanes demócratas del ejército, en un intento de seguir los pasos de sus compañeros portugueses de la llamada Revolución de los Claveles. Un año más tarde, el chivato de turno, al parecer el general Milans del Bosch, entonces jefe de la división acorazada Brunete, denunció la operación al Capitán General de Madrid, Ángel Campano, quien ordenó detener e ingresar en prisión a los valientes fundadores de la UMD. Sin embargo, más de cien quedaron en el anonimato, entre ellos el ex Jefe del Estado Mayor del Ejército, Carlos Villar. En Barcelona, el encargado de detener y meter en prisión a los miembros de la UMD fue el Capitán General de dicha región militar, general Bañuls. Pocos meses después de la muerte del dictador Franco, ordenó que fueran puestos en libertad.
Volvamos con el 23 de febrero de 1981. No puedo olvidarme de una terrible imagen: aquélla en que se ve a un vulgar “chorizo” con bigote intentando zancadillear por la espalda, de manera traicionera, a un ilustre y anciano General. Pero no lo consiguió, el General Gutiérrez Mellado, hoy fallecido, resistió, y el delincuente del bigote no logró su barriobajero objetivo, siendo enviado más tarde a una cómoda “mazmorra” de donde tardó muchos años en salir. Si algunos pedían entonces cadena perpetua e incluso pena de muerte para los terroristas, habría sido muy bueno que también la pidieran para los golpistas –me refiero a la cadena perpetua, no a la pena de muerte de la que me declaro abiertamente enemigo, al contrario que Bush, el amigo de Aznar–.
Lo triste de todo esto es que el mencionado delincuente no muestra el más mínimo arrepentimiento, al igual que los terroristas, y hace ya años que se pasea por las calles de España visitando a menudo la tumba de su maestro en el Valle de los Caídos, el mismo que todavía tiene una estatua en Melilla para vergüenza y sonrojo de muchísimos melillenses y del resto de España.
Debería saber la comunidad hebrea de Melilla que el personaje de la estatua, que colaboró con el régimen de Hitler y que dio cobijo en España a muchos de sus asesinos, jamás condenó los asesinatos de millones de judíos, y que ya ordenaba asesinar judíos mucho antes de que lo hiciera el asesino nazi. Fue en septiembre de 1938 durante la batalla del Ebro: “En otro sector, moros y legionarios toman las trincheras defendidas por los brigadistas de la compañía Botwin de la XIII Brigada internacional, integrada mayoritariamente por judíos polacos. Los supervivientes levantan las manos. Los legionarios apartan a los españoles y fusilan a los polacos”1.
Paradojas de la vida, mientras el discípulo del Caudillo se pasea tan fresco por toda España con su repugnante bigote, el presidente don Adolfo Suárez, el bueno del 23-F junto con el General Gutiérrez Mellado, se encuentra en su casa aquejado de una grave enfermedad. Y es que la vida no trata a todos por igual.
Otra paradoja: El militar que paró el intento de golpe de estado en Madrid fue su Capitán General Quintana Laccaci, el cual se mantuvo leal al Rey. Tres años más tarde, los asesinos de ETA, que no le habían perdonado que no se sumara al golpe de estado, acabaron cobardemente con su vida. Quiere ello decir que golpistas y terroristas de ETA perseguían el mismo objetivo. Para los fines de ETA habría sido mejor volver a una dictadura que continuar conviviendo en un estado democrático.
Me gustaría terminar recordando con cariño, admiración y respeto a los más de doscientos hombres que formaron parte de la Unión Militar Democrática, especialmente a los Coroneles José Fortes y Julio Busquest (diputado socialista que falleció en 2001), el Teniente Coronel Fernando Reinlein, el Comandante Jurídico Carlos San Juan, Luis Otero, Restituto Valero, Ignacio Domínguez, el Capitán de la Guardia Civil, Luis Alonso Vallés, el cual se enfrentó a Tejero mucho antes del 23F y sufrió prisión por ello, etc, etc.
También un emocionado recuerdo al General de la Guardia Civil, don Antonio Escobar Huertas, el cual se mantuvo leal al gobierno legítimo de la República el 18 de julio de 1936. Al finalizar la guerra civil fue fusilado por Franco en los fosos del Castillo de Montjuich (Barcelona), el día 8 de febrero de 1940. Una compañía formada por 50 guardias civiles le rindió honores militares2.
Desde que se creó la Guardia Civil en 1844 ha habido en España 30 pronunciamientos militares, en ninguno de ellos participó la Guardia Civil. El delincuente Tejero quiso romper la estadística de la Historia.
1 Juan Eslava Galán, Una Historia de la Guerra Civil..., Círculo de Lectores, Barcelona, 2005, pág. 285.
2 El General Escobar era católico, terciario de la orden franciscana, tenía una hija monja, Emilia, y un hijo falangista, José, que murió en la batalla de Belchite en 1938, pero se mantuvo hasta su muerte fiel a su juramento al gobierno legítimo de la República. Franco, no.