Kiosco Royo lleva desde 1954 abierto al público en Melilla. Durante este tiempo, tanto los clientes como las ventas han cambiado. Del futuro de este negocio familiar aún no se tiene nada seguro. El Faro ha hablado con Juan José Royo, hermano del actual propietario del kiosco, Pascual Royo, y con su madre Ana Cabello, que han explicado la historia de este negocio antiguo.
El Kiosco Royo lo abrió el tío de su actual propietario, Pascual Royo, en el año 1954. Más tarde, la madre de Pascual se hizo cargo de sacar adelante el negocio. En aquella época, la estructura del kiosco era de madera. Aún se conservan fotos de aquella época colgadas en su interior, que muestran con nostalgia unos tiempos en los que el negocio iba muy bien.
"Venían muchos niños del colegio de ahí atrás", recordó Ana Cabello de los tiempos en los que ella también trabajaba en el negocio. "Se volvían locos comprándome", aseguró. Tanto, que cuando la veían por la calle, los niños se volvían locos saludándola. "Me daba hasta vergüenza", reconoció.
Los hijos de Ana también recuerdan los tiempos en los que eran pequeños y pasaban por el kiosco. Juan José rememoró nostálgico que cuando era pequeño no había tanta variedad de productos como ahora. "Había cuatro cositas, cuatro marcas de chicle, cuatro marcas de caramelos y ahora hay un gran surtido", explicó.
A pesar de que había menos productos, la venta era mucho mayor, comentó. Para él, ahora los clientes prefieren ir al supermercado o al bazar a comprar los productos que antes compraban en su kiosco.
Ana Cabello aunque ya está jubilada suele ir todos los días al kiosco. Como dice su hijo, de nombre también Pascual, ella va todos los días y friega la acera. Además, se sienta en una silla junto al kiosco y se entretiene hasta que se va a su casa. "Yo friego y ya me voy a mi casa tranquila porque sé que quien lo lleva, lo lleva bien".
"Te llama un poquito". A Ana le gusta estar al lado de su kiosco, aunque reconoció que es un poco pesado.
Los tiempos han cambiado mucho, explicó Juan José Royo. "Las ventas en los kioscos no son como antes", comentó. Hace unos años se vendían muchas chucherías y prensa, pero ahora "la prensa se ha quitado por el tema del internet". En la actualidad lo que más venden en el kiosco son bebidas y tabaco.
"Antes la gente venía y compraba el periódico todos los días", comentó Ana Cabello. Al final los clientes se convertían en amigos. Eran personas que veían todos los días. "Como familia", comentó. Algunos de esos clientes, hoy en día ya no están porque han fallecido, pero son los hijos o los nietos los que siguen yendo. "Los echamos mucho de menos", dijo Juan José. "La verdad que se echan en falta".
Un negocio como este, hoy en día no es muy rentable. "Va saliendo a duras penas", confesó Juan José Royo. Este melillense comenta que con lo que se gana se van pagando los gastos y Hacienda, pero poco más.
En los años 70 y 80 el kiosco daba de comer a una familia de seis miembros y se vivía muy bien porque se vendía bastante, comentó Juan José.
Todo comenzó a torcerse, dijo, cuando el Ejército pasó a ser profesional. "Dio un bajón muy grande", confesó. Su kiosco, recordó, era un lugar de paso de todos militares que cuando salían de los cuarteles cercanos iban al kiosco a comprar chucherías, prensa o tabaco. "Era una venta bastante buena", reconoció.
Ahora mismo, es Pascual Royo el que regenta el kiosco, pero su futuro es incierto. "No sabemos cuando llegue la jubilación qué haremos con él", explicó Juan José Royo. Una de las opciones que se barajan es venderlo porque ya no queda nadie de la familia que quiera ponerse al frente del negocio. Los sobrinos de Pascual, comentó Juan José, tienen cada uno su vida y sus trabajos.
"Llegará la hora de jubilarse, en cuatro o cinco años, y el kiosco lo tendremos que poner en venta", dijo Juan José, aunque su madre considera que "lo van a tener que echar a patadas", refiriéndose a su hijo Pascual.