La propuesta de eliminar 70 plazas de aparcamiento en la calle General Marina no convence a los vecinos de la zona, que han recibido la noticia como se recibe en cualquier ciudad acostumbrada los coches. Si nos ponemos en su piel entenderemos por qué se han moderado los precios de venta de viviendas en calles como O'Donnell, convertida en estos momentos en el centro neurálgico de las actividades gratuitas que se organizan los fines de semana y de las iniciativas culturales que se montan temporalmente como las Ferias Outlet o la Feria del Libro. Digamos que es el último bastión comercial del corazón de la ciudad.
Si usted tiene una casa en el centro de Melilla y sufre cortes continuos de agua o bajadas de presión en los grifos por las noches y, además, cuando hace la compra en el supermercado tiene que hacerse el Camino de Santiago con el carrito de la compra hasta llegar a su casa que puede que sea una belleza de edificio modernista, aunque sin ascensor, entenderá por qué hay tantos pisos en venta en el centro y con precios menos disparados que hace unos años si tomamos como referencia, por cercanía, lo que costarían en provincias como Málaga.
La Avenida Juan Carlos I Rey y Ejército Español están llenas de locales vacíos y en alquiler. Muchos propietarios prefieren tenerlos muertos de risa antes que acoplarse al mercado y rebajar los precios y las expectativas. Esa imagen de desolación no es buena para la actividad comercial ni para el turismo, especialmente si se quiere apostar por los cruceros como posible motor de desarrollo. No conozco ninguna ciudad portuaria en la que los turistas cojan un autobús para ir a los centros comerciales de las afueras a hacer sus compras.
Estamos imponiendo un modelo de ciudad moderna sin anestesia. No hemos preparado a la gente para dejar el coche aparcado y patearse las calles, cargados de bolsas de la compra. El resultado es más que evidente: el comercio se desangra y no hay fórmulas ni alternativas a mano para frenar la hemorragia.
Le estamos quitando comodidad al centro de Melilla y eso forma parte de la transición verde que tarde o temprano hay que hacer, pero no sé si este es el momento más adecuado para dar ese salto mortal al futuro. Supongo que nunca es buen momento, pero en tiempos de tribulaciones, no se hacen mudanzas.
Es evidente que aquí tenemos que tomar medidas para reducir la contaminación de humos negros y de plástico. Pero no podemos empezar la casa por el tejado. Deberíamos partir de lo que más contamina a lo que menos. Teniendo como tenemos la ciudad, no entiendo por qué eliminar el parking de General Marina es prioritario, cuando tenemos zonas gritando SOS contra la contaminación. A veces nos sale algo parecido al hollín de la nariz, síntoma de la porquería que estamos respirando.
Me parece bien que muchos aparcamientos de la zona se conviertan en zona azul, siempre y cuando se reserve sitio para la zona roja que, como en todas partes, se reserva a residentes.
Desde la Consejería de Medio Ambiente han accedido a aplazar el inicio de los trabajos hasta que pase la campaña de Navidad para no reventar el período de más ventas a los comerciantes, ya de por sí asfixiados porque el grueso de sus clientes sigue sin poder entrar en Melilla: están en Marruecos y tienen prohibida la circulación por territorio Schengen.
Hay esperanzas de que la exigencia de visado se elimine el 15 de septiembre pero eso no dependerá de Melilla sino de la modernización de la Oficina de Asilo y de la ampliación de los recursos disponibles para intentar que las solicitudes de protección internacional se puedan revisar en el plazo máximo de 10 días y que la inmigración económica no se cuele por ese canal habilitado para acoger a quien de verdad lo necesita.
Melilla está cambiando a la fuerza. Hay constructores locales que han encontrado un nicho de compradores de viviendas que antes no tenían en su cartera de clientes. Son emigrantes marroquíes con nacionalidad adquirida en algún país de la Unión Europea que prefieren comprar obra nueva en la ciudad y salir esporádicamente a Marruecos a ver a la familia. Así disfrutan de las garantías jurídicas y la seguridad de mantener una casa cerrada sin que te la desvalijen en cuanto sales de viaje.
Ya se han dado muchos casos en Melilla y esa cartera de nuevos usuarios está dinamizando el sector. Pero quieren obra nueva. No quieren pisos antiguos del centro. Para disfrutar del modernismo hay que pensárselo en estos momentos. El perfil de la familia melillense es más cercano a las familias numerosas o de al menos dos hijos que a la de los singles que triunfan en las grandes ciudades.
Tenemos que buscar la forma de modernizarnos sin perder de vista las peculiaridades de Melilla.
Es muy valiente por parte de Hassan Mohatar seguir planteando proyectos de reordenamiento y remodelación de la ciudad. Creo, sin embargo, que debe empezar a pensar en iniciar-terminar-inaugurar y colgar el cartelito de "promesa-cumplida" porque se nos echa encima la campaña electoral y al final se quedarán muchos proyectos en los cajones y a pie de calle no habrá forma tangible de evaluar la gestión que se ha hecho de los recursos públicos.
Hay que asimilar que se trabajará con la oposición de todos. Lo nunca visto, todos, incluidos los ecologistas, están en el mismo bando.