Parece, por lo visto ayer en las calles melillenses –primer día de las rebajas de invierno–, que la crisis económica no existe, ni ha existido nunca. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La opinión de los comerciantes dista mucho de esa afirmación; de hecho, confían y esperan que durante estos primeros días se logren ventas que les permitan mantener el negocio abierto. Hasta un 40 por ciento de los ingresos de todo el año se consiguen en estas fechas.
Si ponemos la mira en los compradores, pues más de lo mismo. En la mayoría de los casos esperan como agua de mayo que lleguen las deseadas rebajas para adquirir esas prendas necesarias, a ser posible a mitad de precio, y si es con más descuento, mejor que mejor.
Hasta tal punto llega esto de la crisis que, incluso, hay muchos que aprovechan a descambiar lo adquirido previo a las rebajas y de esta forma llevarse dos por el precio de uno. La crisis es lo que provoca, mucha picaresca.
El anuncio del Gobierno central, de que con el 2010 se ido la crisis, de momento, aquí en Melilla, no ha ocurrido.