Sus Majestades repartieron juguetes entre muchos de los presentes, ayudados en todo momento por la reina 2010, Joany Valdés, y por los pages. Un año más, cumpliendo con la tradición, SS.MM. Los Reyes Magos de Oriente, en su camino desde Melilla a sus lejanas tierras, hicieron una ‘parada técnica’ en el Paseo Marítimo de Almería, donde la Casa de Melilla les ofreció su sede para descansar y donde hicieron las delicias de chicos y grandes, repartiéndoles regalos y alegrías.
Con el nerviosismo propio del día, en la Casa eran esperados por pequeños y no tan pequeños que, en número superior a los 100, se dieron cita para el recibimiento.
Con algo de retraso en el horario previsto, debido al intenso tráfico en el Mediterráneo, así como al intenso oleaje, lo que propició que fuesen algo más lentos que de costumbre, Melchor, Gaspar y Baltasar hicieron su entrada en la sede de la “embajada” melillense en Almería pasadas las 18:30 horas. siendo recibidos por su presidenta, Lola Ruiz, quien agradeció el desvío de su ruta hacia su sede, allá en el lejano oriente y les dio la bienvenida oficial a la Casa.
Después de descansar unos instantes y cambiar impresiones sobre la travesía, SS. MM. ocuparon los tronos preparados al efecto, en el Salón de las Reinas y allí procedieron a entregar regalos a grandes y pequeños ayudados por la reina 2010 de la casa, Joany Valdés, y sus pajes.
Durante el reparto tuvieron que consolar en varias ocasiones a pequeños que se acercaban a ellos a recoger su regalo, por su ‘nervio-susto-llanto’en la cara, en señal de admiración, temor y emoción por estar viendo a Los Reyes de Oriente.
Acabado el acto protocolario del reparto de regalos, SS. MM, después de tomar un merecido refrigerio, se echaron nuevamente al camino para proseguir hacia sus lejanas tierras.
Con la marcha de los Reyes, los melillenses de Almería pasaron a degustar el chocolate con el ya clásico Roscón de Reyes y a dar rienda suelta a sus emociones; los pequeños jugando con sus juguetes recién recibidos y los no tan pequeños cantando villancicos o bailando con la música preparada al efecto por el vocal musical de la Casa, José Aranda, hasta que al filo de las 23:00 horas, los más rezagados abandonaron la Sede, después de haber pasado una tarde repleta de emociones y añoranzas de Melilla.