La tarde entera había estado el cielo despejado después de una mañana bastante lluviosa. Todo parecía indicar que la procesión de Jesús Humillado estaría en la calle a las ocho y media en punto (puntualidad castrense, ya se sabe) desde su sede canónica en la Iglesia Castrense de nuestra ciudad.
La Cofradía Castrense de Nuestro Padre Jesús Humillado y María Santísima de la Piedad lo tenía todo preparado. El pasado lunes, cofrades de esta hermandad comentaban a El Faro que ya tenían la imagen de Cristo entronizada y dispuesta, solo a falta los retoques finales, como el adorno floral, que debe hacerse el mismo día de la salida procesional.
El trabajo había sido importante. La actividad en las cofradías estos días es tremenda. Limpieza y pulido de los enseres, preparación del trono, reparto de túnicas, organización de la procesión y un sinfín de cuestiones tenían que quedar completamente listas para que el trono saliera a las ocho y media de la tarde para hacer la estación de penitencia del Martes Santo.
Sin embargo, justo a esa hora, una nube cargada de agua pasó por nuestras cabezas y cayó la lluvia. El paso no había hecho más que salir de la iglesia a los sones del himno nacional que interpretó la Banda de Música Ciudad de Melilla. Ni siquiera dio tiempo a que se formara la comitiva.
El nuevo comandante general, general de División Luis Sáez Rocandio, junto a los coroneles de las distintas unidades de la guarnición melillense, aguardaban a las puertas de la iglesia. Una escuadra de gala de Guardia Civil ya estaba preparada para la escolta y el cuerpo de nazarenos se encontraba en la calle.
Suspendida
La lluvia, en principio tímida, empezó a caer con más fuerza. La Junta de Gobierno de la cofradía, reunida allí mismo de urgencia, tomó la decisión: la procesión quedaba suspendida. Así que la imagen de Jesús Humillado, hermosamente restaurada hace poco tiempo, fue cubierta con un plástico para resguardarla del agua y recogida de nuevo en su templo.
El hermano mayor, Andrés Domínguez, reconocía que quedarse en la iglesia era una opción que venían barajando a la vista de cómo estaba el día de lluvioso. "Pensaba al principio que iba a llover menos pero ya hemos visto que era demasiada agua y hemos decidido no arriesgarnos", explicó.
Confesó que "es una pena" tener que tomar una decisión así, sobre todo después de dos años sin poder ir a la calle como consecuencia de la pandemia. No obstante, Domínguez también quiso resaltar que fue "una alegría" ver la cantidad de gente que se concentró en las inmediaciones de la Castrense para asistir a la salida de Jesús Humillado.
"El Señor nos pone las dificultades, Él escribe recto con renglones torcidos y se ve en el apoyo que estamos recibiendo por parte de los melillenses y las ganas que tiene la gente de ver a Nuestro Padre Jesús Humillado".
Desagravio
Aunque la procesión no fue posible, sí se celebraron otros actos inherentes a la salida de esta Cofradía. El primero de ellos, el desagravio, en esta ocasión escrito y proclamado por el reverendo padre Miguel Carlos Vivancos Gómez, melillense residente en Madrid, quien puso sobre la mesa temas tan actuales como el aborto ("que se ha convertido en un derecho"), la eutanasia, la inmigración, los duros momentos de la pandemia y la guerra de Ucrania.
Finalmente, se celebró la Estación de Penitencia con la lectura de Isaías y el Evangelio de Juan que habla de cómo los soldados romanos humillaron a Jesús y la gente pedía la cruz para él. La oración del Padre Nuestro unió las voces de todos los asistentes antes de que se diera por finalizado el acto y los fieles que así lo quisieran pudieran entrar en el templo para estar con Jesús Humillado.