La entidad propone una nueva visión de la persona discapacitada donde no se mire las limitaciones sino las necesidades que precisan para el desarrollo de una vida normal.
La Fundación Tutelar Futumelilla organizó a finales de noviembre un curso con el objetivo de formar a varios voluntarios, ofrecer información a personas sensibles a este tema y dar una nueva visión sobre las personas con discapacidad con el propósito de normalizar la actividad de este colectivo e integrarlas en la vida social, una de las principales ideas de la lucha de este tipo de asociaciones. En Melillla se cuenta con dos voluntarios tutelares que realizan su labor sobre nueve personas con discapacidad. Así, en el caso de que no hubiera esta predisposición de estos voluntarios la tutela estaría en manos de la fundación.
El curso fue impartido por el psicólogo Daniel Ventura en el Palacio de Exposiciones y Congresos y contó con un total de 25 personas que participaron en las actividades programas en esta actividad. La mayoría de ellas mujeres, ya que es el colectivo que más empatiza con las personas con discapacidad, aunque se contó con la presencia de dos hombres.
La tutela
Hace unos años a la figura del voluntario tutelar se le denominaba ‘delegado’, pero realmente es un tipo de voluntario cuyo trabajo es mantener un nexo de unión con la persona con discapacidad que está incapacitada judicialmente y cuyo tutor es la fundación. Los tutores ofrecen su afecto, cariño, ven cuáles son sus necesidades que se deben cubrir y se preocupan de que participen en actividades de ocio.
Aunque Ventura aseguró que quien tutela realmente es la fundación y puesto que realiza su guarda custodia, tutela o curatela, que consiste en una tutelación parcial.
Bajo el título ‘Curso para la captación y formación de voluntarios tutelares’ se trataron diversos temas relacionados con el mundo del asociacionismo, desde su creación a la constitución de federaciones nacionales; y la organización de Futumelilla, Aspanies y Feaps, como promotores de esta fundación. Además, se apoyó la parte teórica con la proyección de un documental del programa Crónica sobre el voluntariado y el trabajo con personas discapacitadas intelectualmente donde se pudo observar varios de los temas explicados de forma práctica.
Los voluntarios
Ante la falta de una normativa específica sobre el tema en Melilla, el curso analizó la Ley del Voluntariado para construir un esquema de cual es el perfil de esta persona. En este sentido, Ventura aseguró que no se trata de personas extrañas ni de cualidades complicadas, sino que se pide que sea mayor de 18 años, que la actividad la realice con continuidad a través de un servicio responsable, que sea un ser humano empático y sin inestabilidad que pueda evitar que desarrolle esta labor. Además, aseguró que las asociaciones llevan a cabo una selección de voluntarios para certificar estas características en esa persona y que cumple con los requisitos.
Nueva visión
Ventura indicó que la idea de este curso era debatir sobre la visión del mundo de la discapacidad intelectual según la definen la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Retraso Mental, ya que son dos ideas totalmente diferentes.
La entidad americana tiene una visión positiva y creativa sobre este colectivo en referencia a que no encajonan a las personas en base a su deficiencia intelectual, sino que observan las necesidades que tiene cada una y qué apoyo precisan para que puedan desarrollar una vida normal y con calidad.