Hacía mucho tiempo que no se respiraba en Melilla el entusiasmo femenino a la hora de celebrar el Día Internacional de la Mujer y la manifestación postpandemia ha venido a desatar el júbilo desde Las Palmeras hasta el centro.
Decenas de feministas melillenses, con y sin pañuelo; de todas las edades y condiciones sociales, salieron este martes a las calles de la ciudad enarbolando banderas sindicales, pero también haciendo gala de su empoderamiento. No podemos hablar de una manifestación multitudinaria, pero todos sabemos lo mucho que cuesta reunir personas para manifestarse en Melilla. Este año se ha conseguido.
Ya los sindicatos habían avisado de que más que un día festivo, el 8 de marzo es un día de reivindicación. Ahí están los informes de los técnicos de Hacienda que avisan de que todavía las mujeres cobran al año 3.731 euros menos que los hombres pese a que la brecha salarial se ha recortado en 2020 respecto a la que había en 2014.
Aún así, queda mucho camino por andar. La lucha de la mujer, no puede ser sólo una lucha femenina. Por eso es tan necesaria la educación en valores como la igualdad: a igual trabajo, igual sueldo e igual responsabilidad.
La práctica demuestra que cuando se trata de sueldos mejor remunerados, notamos más la brecha laboral y juega un papel importante el techo de cristal. Ellas se enfrentan al reto de la conciliación, que sigue siendo su talón de Aquiles.
Hay mucho que lamentar al respecto, pero también mucho que celebrar. Estamos avanzando y aunque queda tantísimo por hacer no podemos menospreciar lo hecho.
Melilla, en su infinita diversidad, dejó en la manifestación de este 8 de marzo, rostros masculinos tras la pancarta y de eso se trata. De luchar todos juntos, como si fuéramos uno solo.
Tenemos por delante el reto de construir una Melilla mejor y en ello, sin dudas, la mujer tiene mucho que decir. De ahí la importancia de la participación femenina en la vida pública. Hay que conseguir que las mejores aporten a la lucha colectiva y hagan lo que mejor saben hacer: unir.
Todos tenemos mucho trabajo que hacer en aras de construir una ciudad más inclusiva, más tolerante, más moderna y con más posibilidades para todos, pero especialmente para quienes lo tienen más difícil.
Éste ha sido un 8 de marzo en el que las instituciones se han volcado. Ha habido actos en sindicatos, en el Gobierno, en la UGR, pero aún falta en Melilla institucionalizar un acto central con conciertos, actuaciones... que este día se convierta en una gran celebración más que en una protesta.