Ayer, los medios nacionales se afanaban en saber si como en la frontera del Tarajal, linde entre Ceuta y Marruecos, en Beni-Enzar también se había prohibido el paso al vecino reino de cualquier periodista que quisiera entrar en el país alauita aunque fuera sin necesidad de hacerlo con fines profesionales. Aquí, la comprobación resultaba prescindible, porque, al menos en este medio, tampoco teníamos ánimo de hacerlo intencionadamente para constatar la reacción marroquí.
No obstante, el hecho trasciende de la casuística particular porque sobra con la declaración efectiva en la frontera con Ceuta. Marruecos, no nos engañemos, está redoblando su acoso a nuestras dos ciudades con distintas fórmulas y anda desplegando a su vez una campaña mediática a costa de las poblaciones melillense y ceutí de origen rifeño, con un claro interés por desviar la atención de los marroquíes sobre los sucesos en el Sáhara.
Teniendo en cuenta su estrategia más intensa sobre Melilla y Ceuta, y la facilidad con que en los medios extranjeros nos califican de “enclaves españoles en Marruecos”, sería bueno tomar nota y contrarrestar la intoxicadora campaña con una acción mayor de difusión a gran escala de nuestra realidad histórica como ciudades españolas.