Vaya que lo han pasado canutas Ana Escaño de las Heras y su marido y compañero Pedro. Sí, Ana es la concesionaria de un quiosco que estuvo situado junto a la entrada del recinto infantil del Parque de Hernández; uno de los tres establecimientos abiertos al público en aquella demarcación del Triángulo de Oro. Pero era un problema porque la lluvia y el viento se convertían en los principales enemigos de Ana y Pedro. Había que cerrar, por cuestión de seguridad del viandante, la instalación ajardinada, lo que se convertía en ‘ventas cero’ y ver los días pasar con el bolsillo vacío.
Hicieron todo lo que pudieron para reservar ese rinconcillo y, sobre todo, para poder seguir trabajando cumpliendo sus compromisos. Ese tenderete no sólo vende chucherías para los más pequeños porque, a su vez, es un despacho de prensa local y nacional. Eso era y es sagrado para ellos, aunque probablemente sea el menos rentable de los productos que ofrecen a los melillenses.
Cuando cerraban... ni prensa, ni nada. A casita y a lamentarse.
El sol vuelve a brillar y ha sido gracias a las obras de remodelación del Parque. Llegó un momento en el que el rinconcillo tenía que cerrarse por cuestión de nuevo asfaltado y nueva decoración urbana. La Ciudad Autónoma no fue insensible al cierre.
No lo fue porque ofrecieron a Pedro y a Ana la posibilidad de cambiar de ubicación, de manera que el quiosco viajara del interior del Parque hasta la calle del General Marina. En ese momento, el sol volvió a brillar. Tras unas obras de adaptación que afectaron, principalmente, a las acometidas eléctricas, el bello ‘carrillo’ luce frente a la cristalería ‘El Diamante’ de Manolo Rodríguez y a la derecha de la Comandancia General de Melilla y luce guapo con sus chucherías, sus cortadillos y una amplísima oferta de mercancía periodística.
Pedro ya sonríe, trabajito le ha costado: “Estamos muy contentos porque hemos comprobado cómo en plena calle gozamos de más tránsito de melillenses y estamos muy agradecidos a la Ciudad Autónoma”. Un quiosco no es una fábrica de hacer dinero pero sí una alternativa para ganarse honradamente la vida, con un aliciente: Los más pequeños ofrecen la mejor de sus sonrisas al quiosquero y éste, aunque no le venda más que 50 céntimos de euros, es feliz. Se acabaron los vientos y las lluvias, ahora llega el momento de la ilusión y el trabajo diario, con la prensa por bandera.
Desde hace muy pocos días, este matrimonio ha recuperado el buen tono. Hay una pandilla que tiene mengues. Es la cuadrilla de Antonio ‘Málaga’, Salinas, Isidro y el resto de amigos que, a eso del mediodía, buscan a Pedro para que les venda unas birritas frescas a 60 céntimos. Antes jugaban al dominó en un parterre, ahora esperan la apertura del remozado Parque para volver a sus banquetas, pero siempre estarán muy cerca de Pedro pidiendo una rubia como Dios manda.