LA ex ministra de Exteriores Arancha González Laya fue nombrada presidenta del Comité de Sabios de la Comisión Europea sobre el futuro de la Unión Aduanera cuatro días antes de que el magistrado Rafael Lasala, del Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, la imputara en el caso que investiga la entrada a España esta primavera del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
Según publicó el diario La Razón, entre las encomiendas que tendrá la ex ministra española de Exteriores en su nuevo cargo en Bruselas está encontrar ideas para “garantizar la seguridad en las fronteras”.
González Laya estará al frente de un grupo de doce expertos que tienen la encomienda de “identificar soluciones innovadoras para los desafíos más acuciantes a los que se enfrenta la Unión Aduanera de la Unión Europea”.
Ese comité de doce “sabios”, entre los que hay políticos, académicos y expertos en comercio e industria, se ha creado con la intención de que pueda asesorar a las instituciones europeas y a los países miembros de la UE sobre cómo tienen que reaccionar ante los nuevos modelos de negocios y avances tecnológicos y sobre cómo gestionar con eficiencia la Unión Aduanera enfocados en la transición verde y digital.
Las previsiones apuntan a que el primer informe del Comité de Sabios para la Unión Aduanera saldrá en la primavera del año que viene. Se da por hecho que el documento servirá para fomentar el debate interinstitucional sobre el futuro de la Unión Aduanera.
Todos sabemos que el caso Ghali le ha costado el puesto a González Laya, una profesional que según un experimentado diplomático español, hasta llegar al ministerio no estaba considerada una estrella de las Relaciones Exteriores, pero que hizo su papel dignamente. Marruecos pidió su cabeza y España se vio obligada a servirla en bandeja.
Con ella en Bruselas, al frente de un órgano asesor en materia de la Unión Aduanera, cabe esperar que la ex ministra tenga una sensibilidad especial por los territorios españoles (Melilla y Ceuta) que no han entrado en la Unión Aduanera y que se plantean hacerlo sin llegar a tomar aún una solución al respecto.
Sin dudar de su profesionalidad, Marruecos debe ser una espina clavada en el pie izquierdo de González Laya. Nadie mejor que ella sabe cómo se las gasta el vecino y de lo que es capaz para tener la última palabra en una negociación.
España ya ha hecho oficial que la frontera de Melilla no abrirá al menos hasta el 31 de octubre y aunque fuentes marroquíes barajan la posibilidad de que la apertura se produzca para fin de año, no hay nada cerrado de momento.
Como comentamos en esta sección de La Jabalina, Rabat propuso abrir la frontera sólo para el paso de transfronterizos y el Gobierno de España dijo que no. Pese a que para Melilla y Ceuta el cierre fronterizo es letal, no creo que haya alguien que hubiera aceptado ese chantaje. Si esa es la vía para negociar, no habrá acuerdo.
Es verdad que necesitamos a los transfronterizos. Mucho. Nos faltan albañiles, panaderos, empleadas domésticas y consumidores en Melilla. Pero hemos podido sobrevivir sin ellos año y medio. Es durísimo. Pero Marruecos sigue sin entender que ellos nos necesitan también. Nos han llegado mensajes de desesperación desde Nador. La situación es extrema no sólo a nivel sanitario. Sobre todo, a nivel social y económico.
Marruecos y España tienen que entender la frontera como algo que une y no como una barrera que separa. Es bueno para las dos partes y en esa línea debe ir el acuerdo.
Hace unos días leí un comentario en el perfil de Facebook de El Faro hecho por un socialista melillense que admiro muchísimo por su buen criterio en materia económica. A raíz de nuestro artículo titulado “Pedro Sánchez le toca la cara a Marruecos”, en el que defendíamos que el enfrentamiento con Rabat nos da gustico en nuestro ego chovinista, pero no es bueno para las ciudades autónomas, él contestaba: “Blanco y negro, colorado y verde. Todo lo quiero y nada me gusta”.
Y tiene algo de razón. Yo admito que tengo muchas contradicciones al respecto. Llevamos tiempo pidiendo una respuesta contundente de España. Y sí, no podemos negar que en estos momentos, se ha dado esa respuesta. El problema en mi opinión, es que le estamos dando una patada a Marruecos, en el culo de Melilla.
De nada nos sirve tocarle la cara a Rabat si luego no hay alternativas claras de sobrevivencia para las ciudades autónomas. Lo del Plan Estratégico fue puro humo y en esas condiciones, como es natural, lo mejor para nosotros es hacer las paces cuanto antes porque la situación de nuestras empresas es desesperada.
Ahora, si usted quiere apretarle los güevos a Marruecos, y paralelamente empiezan a llegar ayudas a Melilla, bienvenida sea la afrenta. Pero como todos sabemos, no es el caso. Entendemos que la situación es límite no sólo en toda España. También en todo el mundo. Pero a cada uno le duele lo que le duele.