Melilla es la segunda región de España donde más ha descendido el paro a lo largo del último año, solo superada por Baleares.
En los últimos meses la ciudad está recuperando los puestos de trabajo destruidos por la pandemia de coronavirus, en consonancia con el resto del país, que registra récords de afiliación a la Seguridad Social.
De todas formas, y a pesar de que son datos positivos, debemos ser conscientes de que es una recuperación frágil, con la creación de empleos estacionales, y que en la ciudad aún necesitamos un cambio del modelo productivo que consolide puestos de trabajo cualificados y otorgue estabilidad al mercado laboral.
La apertura de la frontera con Marruecos aún parece lejana y como se realice es una incógnita. Por eso es importante trabajar con la vista puesta en otros horizontes, construyendo un entramado burocrático y fiscal que sea atractivo para la creación de empresas y la atracción de capitales.
Los buenos datos del paro no deben ser una venda que nos impida atajar la herida, Melilla sigue necesitando una transformación profunda de su economía si queremos que la ciudad sea viable. La llegada de los fondos de recuperación son una excelente oportunidad para impulsar este cambio de paradigma que asegure el bienestar y porvenir de la ciudad en el futuro.