Miguel Díaz-Canel, el relevo de Raúl Castro al frente de la dictadura cubana, convocó este viernes una manifestación en La Habana para retar no sólo las protestas populares del 11-J sino también a la historia. Henchido de soberbia quiso demostrar que él no caería como el dictador rumano Nicolae Ceaucescu, que el 22 de diciembre de 1989 pretendió echar un pulso a las manifestaciones del pueblo con una contramanifestación y aquello terminó mal, sobre todo, para él y su esposa.
Como sabéis, Ceaucescu tuvo que salir huyendo de esa manifestación primero en helicóptero y luego en coche. El Ejército se levantó en su contra y lo detuvo junto a su mujer, Elena. Luego ambos fueron fusilados.
Temiendo pasar por un trance similar, Díaz-Canel habilitó el viernes sistemas de detección de metales con un escáner por los que obligaron a pasar a los manifestantes que logró reunir en La Piragua junto al histórico Hotel Nacional de Cuba. Yo estoy convencida de que todos eran militares y cuadros del Partido Comunista vestidos de civil. Dinosaurios de la Guerra Fría. Por no convocar, Díaz-Canel no convoca ni en su casa.
Pero el dictadorzuelo se sobrevalora y en medio de la peor racha de la pandemia del coronavirus en Cuba, con la variante Delta (la de la India) haciendo estragos en el país, sacó a la calle a entre 2.000 y 6.000 abuelos del Partido Comunista, según cálculos de distintas fuentes policiales españolas; los puso codo con codo y les ordenó que desfilaran a su lado por el Malecón habanero. ¡Ya tú sabes! Un solo estornudo y nos quedamos sin ciberclarias (comunistas) en La Habana.
Todo parecía que iba a salir ajustado al guion hasta que un artesano de Centro Habana se le cruzó en el camino de Díaz-Canel. No contaba el dictador con que un solo cubano iba a plantarle cara a 6.000 vejetes e iba a gritar con todas sus fuerzas: ¡Libertad! Se llama Frank Ernesto Sánchez Aguiar y su nombre ha entrado ya en la Historia de Cuba. Está desaparecido junto a otros 500 cubanos que participaron en las manifestaciones del domingo y el lunes 11 y 12 de julio en la Isla.
Como todos sabéis, para que nadie se enterara de cómo reprime la izquierda, Díaz-Canel cortó internet en Cuba tras la manifestación del 11J, pero desde la ONU la socialista Michelle Bachelet le dio un tirón de orejas y le dijo que volviera a conectar la Isla, luego de que Joe Biden anunciara que estaba estudiando la posibilidad de ofrecer wifi gratis a los cubanos desde EE.UU.
Ni siquiera el apagón informático impidió que viéramos decenas y decenas de vídeos que documentan los disparos con armas de fuego; los porrazos y las patadas contra manifestantes indefensos. Todo está en las redes sociales.
Gracias a las VPN los cubanos han podido ver de cerca cómo defienden los comunistas sus casonas en los barrios de lujo de La Habana. No hay un duro para comprar ambulancias en Cuba, pero la Policía Nacional Revolucionaria lleva material antidisturbios que ya querrían para sí los GRS en la valla en Melilla. No hay gasolina para el transporte público, pero los camiones militares, cargados de niños del Servicio Militar Obligatorio armados con palos, recorren los barrios rebeldes.
Esto ha sacado a los cubanos a la calle en todas partes del mundo. Quienes secundan las protestas en Madrid, en Murcia, en Barcelona o en Panamá se arriesgan a que no les dejen entrar más a Cuba, ni siquiera a darle el último adiós a sus muertos. Si en Cuba, la gente está en la calle, nosotros también salimos en España. No hay miedo. Si nos impiden entrar a todos a Cuba, peor para los comunistas, que se quedan sin el dinero que llevamos los “gusanos”, como llaman ellos a quienes piensan diferente.
En España es importante recalcarle a socialistas y podemitas que la memoria histórica no puede ser selectiva. Está bien quitar la estatua de Franco del puerto de Melilla, pero también lo está reconocer que Cuba es una dictadura y que el comunismo ha dejado millones de víctimas en todo el planeta. Esas víctimas tienen que contar.
Si las aguas del Mar Caribe hablaran, darían cuenta de los miles y miles de balseros cubanos que han muerto en el trayecto hacia Estados Unidos. ¿Por qué creen que los jóvenes arriesgan su vida huyendo de Cuba? Porque el comunismo es el infierno. Si alguien se atreve a deciros que es el infierno por culpa del bloqueo de EE.UU., recuérdenles que en los países comunistas de Europa del Este y las ex repúblicas soviéticas había hambre, muertos, presos políticos y no había derechos. Lo mismo que en Cuba. Y esa gente no tenía bloqueo. El bloqueo cubano es interno.
Los comunistas necesitan la pobreza y la ignorancia para poder vivir a cuerpo de rey. Por eso luchan contra la riqueza y la persiguen. Nos necesitan pobres y hambrientos para que no pensemos en la libertad. Pero resulta que tenemos una juventud que se cansó de emigrar y de morir en balsa o en la selva. Nuestros jóvenes ya que no quieren dólares ni maletas con ropa: quieren democracia. Es ahora o nunca. Pase lo que pase, no se nos va a olvidar que el PSOE se negó a reconocer que Cuba es una dictadura.
Hoy justamente he leído un artículo de prensa en un medio nacional que dice que la familia asturiana de Díaz-Canel repudia al dictador cubano y que el pueblo no puede alimentarse de agua y azúcar. En fin, muy triste lo de Cuba. Lo mejor que le podía pasar a la hermana nación es que sea invadida militarmente por una potencia extranjera y que se instaure un régimen democrático y de libertades, al estilo europeo.
Magnífico artículo señora Costa. Mi total solidaridad con el noble pueblo cubano que lucha contra la dictadura castrista.
Una cosa ; Franco era otra cosa diga lo que digan,
Un abrazo y siempre mi respeto.
Antonio Gutiérrez Molina.