Todas las fuerzas políticas de la Asamblea de Melilla y la delegada del Gobierno se concentraron ayer para mostrar su repulsa a la violencia de género. Los últimos sucesos, especialmente el asesinato de dos menores a manos de su padre en Tenerife, han vuelto a poner bajo los focos la crudeza de una lacra que no hemos logrado erradicar de nuestra sociedad.
El acto de ayer supone la evidencia de que la mayoría de nuestra sociedad está concienciada con un problema que afecta a miles de mujeres en nuestro país y que en la mayoría de las ocasiones se vive en silencio.
La unidad de todos los agentes sociales, bajo una política común de tolerancia cero y sin dar pábulo a los mensajes que niegan la especificad de este drama, es la única manera de que podamos avanzar y alcanzar una sociedad donde no exista la violencia contra las mujeres.
Es cierto que se ha avanzado en las últimas décadas. La puesta al día de la legislación para dar una respuesta particular a este problema, o el aumento de los recursos con los que se atiende a las víctimas, pasando por las campañas de concienciación, nos han permitido mejorar respecto a épocas anteriores. Pero no es suficiente. Aún queda mucho camino por andar, y es necesario seguir introduciendo herramientas que protejan a las mujeres y que ayuden a evitar que la violencia llegue a producirse.