Si algo sabe hacer muy bien el ex presidente de la Ciudad Juan José Imbroda es darle la vuelta a la tortilla. El senador ha salido a hablar con la prensa sobre la crisis con Marruecos y nos ha pintado un panorama patriótico del papel del PP nacional en este conflicto que, como bien señala, fue una invasión, una marcha sobre Ceuta, usando para ello a mujeres y niños vulnerables.
Imbroda ha venido a decirnos que el bipartidismo ha resuelto esta crisis en cuestión de horas como si los melillenses no leyéremos periódicos ni estuviéramos al tanto de la falta de tacto de Pablo Casado, cuando el miércoles pasado, en la sesión de control al Gobierno, afeó al Ejecutivo, en tono bronco, el error de prestar atención médica en España al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
No faltaba a la verdad Casado. En efecto, fue un error, pero sacarlo a relucir menos de 24 horas después de la invasión y convertir eso en el centro de su intervención en el Congreso sonó fuera de lugar, como si acusáramos a un cuchillo de ser el causante de una muerte, quitando toda responsabilidad a quien lo empuñó y clavó.
Entendemos que Casado jugaba a dos bandas en este conflicto. Por una parte, llamó a Pedro Sánchez y se puso a su disposición por teléfono; pero en persona cumplió el compromiso adquirido con políticos marroquíes. Les había dicho, antes de la marcha sobre Ceuta, que preguntaría al Gobierno sobre el tema Ghali en la sesión de control en el Congreso. Dio su palabra a Marruecos y la cumplió. Quedó bien con Rabat. ¿Pero quedó bien con Melilla y Ceuta? Dice Imbroda que sí.
Ya hemos dicho desde esta columna, que horas después de la marcha sobre Ceuta era el momento de cerrar filas con el Gobierno. Imbroda quiere hacernos creer ahora que eso fue lo que hizo su jefe en Madrid. Basta con repasar la hemeroteca para comparar el abismo que existe entre la actitud de José Luis Rodríguez Zapatero cuando la crisis de Perejil y la de Pablo Casado tras la marcha sobre Ceuta.
Salir ahora en rueda de prensa a decir que PP y PSOE cerraron filas es maquillar la realidad porque los que seguimos el debate sólo vimos a Arrimadas cerrar filas con Sánchez. Casado le dio estopa. No nos tome por ignorantes.
Como tampoco puede hacerlo la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, que ha sacado a pasear un chovinismo que suena impostado. La soberanía española sobre esta tierra no está en peligro sólo desde la marcha sobre Ceuta. Empezó a estarlo cuando Marruecos unilateralmente cerró la Aduana de Melilla en el verano de 2018 y nuestra delegada del Gobierno quitó hierro al asunto y poco menos que vino a decir que con eso no se resentía la economía de esa ciudad. De aquellos polvos, vienen estos lodos. Moh no estuvo a la altura del momento histórico, así que ahora, mejor se ahorra los golpes de pecho.
Volviendo a la comparecencia de Imbroda, salta a la vista que el senador y aspirante a repetir en la Presidencia del PP en la ciudad ha vuelto a hacer un guiño al PSOE, como lo hizo también cuando CpM destapó el sobrecoste de 9 millones de euros en las obras de la Estación Marítima.
Él está convencido, y creo que en eso es clarividente, de que el futuro del Partido Popular en Melilla pasa antes por una alianza de Estado con los de Gloria Rojas que por firmar un pacto con Vox, para evitar que los de Abascal tarde o temprano terminen engulléndole, como está pasando en Murcia, donde la ultraderecha gana terreno entre el electorado que tradicionalmente votaba al PP.
Pero esta clarividencia de Imbroda no está en sintonía con lo que parece gustar en su partido. Según la encuesta de GAD3 para ABC, publicada este domingo, los populares conseguirían 138 escaños si hubiera elecciones generales en estos momentos. Son 46 más que en 2019.
Vox, por su parte, perdería apoyos y pasaría de los 52 escaños que tiene ahora en el Congreso a 40. Es evidente que hay trasvase de votos al partido de Casado, lo que no quita que juntándose con Abascal sumen mayoría absoluta. Por primera vez en mucho tiempo, la derecha vuelve a sumar.
Entiendo que allanándose el camino para una futura alianza con el PSOE, Imbroda se cura en salud por si los de Vox le superan en número de votos o reclamaran la Presidencia o su cabeza para acceder a gobernar en coalición.
El senador no se presenta sólo por salvar Melilla sino más bien porque quiere ser o se siente el salvador. Si los del partido ultra le ganan en número de votos, podría perder la Presidencia y sería la peor manera de cerrar su carrera política.
Por eso ha empezado a tejer, desde ya, su tela de araña. Por eso los guiños al PSOE en horas bajas de Gloria Rojas para formar una alianza que salve al bipartidismo de la debacle, garantice a los socialistas seguir en el Gobierno y, además, sirva como dique de contención de las ansias anexionistas marroquíes.
Pero todo esto son elucubraciones. Todavía está por ver qué pasa en el Congreso regional del PP que aún no tiene fecha. Para acallar las voces discordantes, Imbroda dejó claro en su comparecencia que está al habla con Génova. Ese mensaje en clave interna no pasa desapercibido.
Menos mal que son elucubraciones, porque no sé lo que opinarían muchos votantes del PP de Melilla de esa alianza con el PSOE y que fueros a recibir a Pedro Sanchez el día que visitó la ciudad. Las telas de araña de Imbroda son frágiles y él puede decir a Génova lo que quiera. Dos años en la oposición y este hombre, todo menos realista. Acallar voces se le da muy bien, pero hasta donde los afiliados se lo consientan. Ni le gustan los discordantes, que en el PP son cada vez más, ni tampoco que le lleven la contraria. No sé lo que podrá suceder en el próximo Congreso regional, que ya tenía que haberse celebrado. Creo que si a nadie se le ha ocurrido dar aún el paso de ofrecer una nueva alternativa a la presidencia del partido, es para no sufrir esa democracia interna de la que tanto presumen algunos. Las bases del PP piden que se retire y Génova está renovando su imagen. El PSOE dirá no a una alianza con el PP, y VoX al que se ha ido el voto del PP y que además acapare el de C´s, dirán que un gobierno con él de presidente no. Sabia nueva, oigan.