El director del Observatorio de Ceuta y Melilla y profesor de Relaciones Internacionales de la UNED, Carlos Echeverría Jesús, analiza en El Faro lo ocurrido esta semana en las dos ciudades tras la entrada de miles de personas en la ciudad hermana y el intento de cientos en Melilla. Ve una clara instrumentalización de la población para que, con engaños, acudiera a Ceuta provocando un desafío de seguridad. Cree que el Gobierno central ha actuado de forma correcta en esta crisis.
Echeverría también destaca que ha sido importante el respaldo de la UE en estos días indicando no solo al resto de países europeos, sino a Marruecos, que Melilla y Ceuta son frontera sur. Era algo obvio, pero aseveró que se ha remarcado por parte de todas las entidades europeas.
Asimismo, comentó que si ya se tenía claro que había que diversificar la economía de la ciudad tras el cierre de la aduana comercial, esta actitud de Marruecos ha señalado aún más esta idea. Dijo que no tiene sentido recuperar la relación que había antes del cierre de la frontera por la llegada de la pandemia y que hay que construir una nueva.
–¿Le sorprendió que el lunes entraron miles de personas por el espigón del Tarajal en Ceuta o era algo que se podía prever por cómo ha sido la política de Marruecos con las dos ciudades autónomas?
–Por su puesto, que me ha sorprendido. Estábamos esperando alguna iniciativa marroquí que mostrara su percepción, su enfado o su momento en las relaciones bilaterales, era muy difícil imaginarse un paso como éste por implicar a tantísimas personas, a civiles de distinto género, de distinta edad, violentando una frontera internacional de esa manera. Y también poniendo en un brete a las autoridades que tampoco podían prever algo así. Esto, lo primero, es un desafío de seguridad y eso nunca hay que perderlo de vista. E inmediatamente se le añade la dimensión humanitaria de este asunto. Pero yo creo que nadie podía imaginar una envergadura con una manifestación de desplazamiento de población o, si me lo permite, de instrumentalización de la población. Es importante también que lo digamos.
–¿Cómo valora la actuación de España frente a esta situación?
–Bueno, ha sido correcta. Empezando por las autoridades políticas, como la declaración institucional del presidente Pedro Sánchez en la Moncloa y luego su visita a las dos ciudades. Por otro lado, esa visita debería realizarse con más frecuencia a las dos tanto por parte de la Jefatura del Gobierno, como de la del Estado. Pero bueno es que en estas circunstancias el presidente del Gobierno haya visitado ambas ciudades.
En términos políticos, por tanto, lo que es exigible siempre que es la manifestación clara por parte del Estado afectado ha sido la correcta. Luego hemos de añadir, y debemos felicitarnos por ello porque ya era hora, que las instituciones comunitarias hayan manifestado también algo que es una evidencia en todo tiempo, pero que lamentablemente no se había manifestado hasta ahora con el rigor con el que se ha hecho, y es que son las dos ciudades frontera europea. Y me refiero a todos los órganos de la Unión Europea, incluyendo también al alto representante que, por ende es español, pero lo ha hecho como alto representante de la política exterior, también la representante del Consejo y de la Comisión. Han recordado a Marruecos esa evidencia, que parece a veces olvidar, y que es que ésta es la frontera de la UE.
No olvidemos que Marruecos pretende desde hace años ser un vecino aventajado de esa organización que es la UE. Así que la UE tenía que ponerle claro, negro sobre blanco, lo que tiene cumplir y respetar con la Unión.
–¿Cree que el Gobierno central llegó tarde con sus decisiones tras la llegada de miles de personas a Ceuta? ¿Cree que se adoptaron antes de mandar al Ejército en la ayuda de las Fuerzas de Seguridad o de la declaración de Pedro Sánchez alguna acción diplomática?
–No hay decisiones diplomáticas previas. Esto si nos damos cuenta son una sucesión de acontecimientos que exigen en paralelo la reacción propia de las Fuerzas de Seguridad, la cobertura sanitaria y la implicación de las diferentes herramientas del Estado, incluidas las Fuerzas Armadas.
No olvidemos en esto, si es que alguien lo ha criticado, las Fuerzas Armadas son una herramienta más del Estado, que ha hecho una labor ejemplar en la lucha contra la pandemia y que en un esfuerzo que es logístico, de seguridad, y que tiene que ser inmediato y amplio, se ha echado mano de ellas como se debe hacer. Se ha actuado con una elegancia y prontitud.
Pero son medidas que se van tomando y muchas de ellas son simultáneas. Esa dimensión diplomática previa no da a lugar porque no hay tiempo. Evidentemente las autoridades españolas se ponen en contacto con las marroquíes para indicarles la seriedad del asunto y lo inadmisible del mismo.
–Hablaba de las instituciones europeas y el presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, celebraba esta semana esas manifestaciones de la UE sobre que Melilla y Ceuta son frontera sur de la Unión. ¿Cree que realmente es un espaldarazo o hace falta algo más de la UE?
–Es un espaldarazo y, por su puesto que hace falta mucho más de la UE. Que Melilla y Ceuta son las fronteras lo sabemos de sobra. Los que nos hemos movido por las ciudades autónomas cuántas veces habremos visto a agentes policiales de distintos países. Eso es una evidencia, lo que pasa es que hace falta mucha más pedagogía y compromiso político, para que lo sepa todo el mundo, incluido Marruecos. Y también para que se haga algo natural, es decir, que se vea ante todo la bandera española y también la de la UE.
Es normal que De Castro se felicite por esas manifestaciones de la UE. Ya era hora de que esa visibilidad de lo evidente sea clara.
¿Qué hace falta un apoyo mucho mayor? Sin duda. La UE no lo desconoce, pero no lo interioriza aún como debiera. La frontera sur de la UE y terrestre con el continente africano la tenemos los españoles a nuestras espaldas, pero es la frontera de la UE.
Además, Marruecos es un país con el que hay unas relaciones no normalizadas, sino privilegiadas, que es lo agravante en la posición de este país. Marruecos ha conseguido en estos años el tratamiento de la UE sea más privilegiado e importante que el que tiene la UE con Argelia, Túnez o Egipto. Entonces, en esas circunstancias, la UE tiene que hacer un esfuerzo mucho mayor para apoyar a quien mantiene la frontera, que es España, uno de sus estados miembros. Y tiene que hacer también mucho más en lo que respecta a ser más exigente con Marruecos como socio privilegiado para que sea aún más respetuoso, que evidentemente en esto ha mostrado que no lo es, con lo que implica una frontera y el respeto a la misma con todo lo que conlleva.
–La Confederación de Empresarios de Melilla apuntó en una entrevista en este periódico que esta situación generada por Marruecos podría hacer ver a la UE la importancia de invertir en las dos ciudades autónomas para no depender tanto del país vecino e incluso de lograr que sean consideradas regiones ultraperiféricas. ¿Lo cree posible?
–Pues es que el que comentemos muchos, desde empresarios a analistas, que ante situaciones como éstas debe haber respuestas reales y firmes es una obviedad y no una ingenuidad. Y ahora de lo que se trata, y además en eso nos ayudó Marruecos no con lo que ha hecho ahora, sino con el cierre de las fronteras, es que puso de manifesto a ceutíes, melillenses y el resto de los españoles la necesidad de diversificar la economía. Mostró la urgencia de lo que teníamos que haber hecho antes y no hemos hecho y es esa diversificación de la economía de las ciudades. No era de recibo que las dos vivieran sobre todo volcadas en su frontera sur y hacerlo en unas dinámicas comerciales, que todos conocemos, y que no eran las más benignas o de futuro. Ofrecían muchas oportunidades a mucha gente pero no eran las propias de dos vecinos en los tiempos que vivimos.
¿Qué ocurre ahora? No se ha hecho antes, pero nunca es tarde. Hay que diversificar de verdad la economía. La frontera seguirá ahí. Cuando se normalice, seguiremos teniendo relaciones con un vecino. Pero creo que no deben ser las relaciones con la naturaleza anterior, sino ser más sanas. Además, en el marco de una economía de las ciudades, deben mirar al resto del mundo y no solo a la frontera sur, como a Estrecho de Gibraltar, al mar de Alborán o la península ibérica. Hay que mirar al resto de España, a Europa y al mundo. En este sentido, no es ingenuidad, sino una evidencia, es que las ciudades tienen toda una serie de estímulos. Por eso, solo hace falta que las políticas privadas, pero también las públicas, ahonden en ello.
Esas ventajas que tienen en diferentes sectores, como logístico, tecnológico o turístico, estén bien apoyadas por el Estado, por España y la UE, y tranquilicen y estimulen a los actores locales y foráneos para que la situación sea completamente distinta a lo que fue hace dos años. Yo creo que eso debería de ser, en mi humilde opinión, una de las ideas fundamentales.
–¿En qué posición quedan Ceuta y Melilla después de que Marruecos alentara a esas personas a cruzar la frontera?
–Es una cuestión de política interior de nuestro vecino marroquí, pero que tiene consecuencias y connotaciones. Lo importante es que la población de Marruecos ha sido movilizada, engañada e instrumentalizada. Eso evidentemente en un estado que pretende ser parte, sino del mundo occidental, cercano a la UE o de EEUU, es algo que no puede pasar página sin más. La población mostrará sus exigencias y también por la falta de oportunidades económicas que se han invisto incrementadas por el cierre de las fronteras de Ceuta y Melilla y todo eso indudablemente tendrá sus consecuencias. Habrá un mayor dinamismo social y exigencia a las autoridades. Pero desde luego, lo más conveniente para todas esas personas es que algo así nunca más pueda ocurrir. Es decir, si vuelve a haber una campaña de manipulación o desinformación como ésta, la gente esté avisada y no se lance, como muchos han hecho arriesgando su vida. Es una situación que pone en peligro a muchas gente. También obliga a compatriotas nuestros a arriesgar su vida, como han hecho, para salvar las de otros. Con esas cosas no se deben de jugar.
–¿Cómo ve los intentos de salto de marroquíes en la valla de Melilla estos días? ¿Se marcó un camino en Ceuta que se ha trasladado a Melilla?
–Sí claro. No olvidemos que esta confusión que existe no se ha apagado. Ha habido muchas devoluciones y para algunos supone ya una calma. Pero el problema sigue existiendo. Quedan muchos flecos por resolver. Hay parte de personas que siguen en nuestro territorio, como los menores. Es un desafío que se ha planteado de golpe con centenares de menores en tiempos de coronavirus. Y es que, a veces, las personas olvidan lo que en el resto de España sigue como es la campaña de vacunación, en Ceuta se ha visto alterada por una actitud caprichosa y una manipulación de muchas personas.
Toda esa presión, todas esa gente que ha ido a las inmediaciones de Ceuta y Melilla, que se ven afectados por la confusión reinante de mensajes cruzados, aún va a llevar a que siga habiendo presión. Eso es evidente. Hay que tener mucho cuidado en la frontera. Hay que tener ese compromiso, no solo de España, sino del resto de la UE. Creo que la UE podría, aunque no sé los mecanismos que haya activos, contribuir con efectivos o con presencia para que la frontera esté bien controlada y cerrada para que no sea violentada. Y Marruecos, por su parte, lo que tiene que hacer es una labor de vuelta a la normalidad. Es complicado en la frontera de Melilla, pero hay que evitar esos saltos y que la situación se eternice.
“El país vecino tiene sus intereses, pero no puede violentar la calma de sus vecinos”
–¿Qué se puede hacer ahora? ¿Cuál es el siguiente paso para España?
–Ahora lo que queda es seguir gestionando sobre el paso que se ha dado, es decir, fortalecer la frontera que es fundamental. Las fronteras están para eso. También hay que resolver las cuestiones que tienen que ver con la dimensión legal, sanitaria y humana. Afianzar el frente diplomático es otro. España no está sola. Lo estamos diciendo. Ojo con que pasen los días y nos olvidemos de esta convergencia con la UE. Y Marruecos, evidentemente, en cuanto a su política interior y exterior y en sus tensiones con España y otros países de la UE, como con Alemania, no puede seguir con planteamientos así. Marruecos tiene sus intereses, pero no se pueden violentar los intereses y la calma de vecinos por poner el pie en el acelerador en determinadas cuestiones. Así que hay todas estas cosas.
–¿Y realmente todo esto ha sido por el tema del Sahara Occidental? ¿Es tan importante para Marruecos como para provocar esta crisis?
–Para Marruecos en términos de percepción es verdad que es un tema muy serio. Es una percepción y análisis que hacen ellos. Pero esto hay que contrastarlo con el que hacemos nosotros. Es decir, no hay que dejarse convencer de que un país que considere tal cuestión sagrada, acabe tratando hacer ver eso a los demás con el mismo prisma. No podemos aceptar y eso sería un enorme error por nuestra parte, que hemos cometido un error total con el tema de la atención del líder Polisario, y que eso justifique la irritación de Marruecos y, en consecuencia su actitud. Eso lamentablemente se lo he oído a decir a algunas personas en estos días no es de recibo. Es entrar en el juego que Marruecos lleva ejecutando desde hace tiempo y no nos debe arrastrar a ello, ni a nosotros ni a la UE.
–¿Cómo ve el papel del Rey en todo este asunto?
–El Rey en nuestro régimen constitucional es el jefe del Estado y el Ejecutivo es el Gobierno de la Nación. El Rey es un instrumento del Estado. Si se utiliza o no en determinados momentos es una cuestión que no conocemos en detalle. Pero la disponibilidad de Felipe VI está fuera de toda duda y es una ventaja política y estratégica que tiene España que hay que valorar.
–¿Cree que se muestra debilidad ante Marruecos cuando el Parlamento no sale unido en un mensaje?
–Si no hay un discurso de unidad pero tampoco de fisura o tensiones, pues no hay que darle más importancia al asunto. Tampoco es imprescindible que se haga una declaración de todo el arco parlamentario en relación con esta situación. Esa unidad de acción se dio en la época de la crisis de Perejil porque era diferente y tenía otras consecuencias. Pero no creo que debamos entrar en eso y buscar fisuras que igual no existen en un escenario en el que lo importante es que el Estado ha actuado como debía, que las herramientas del mismo se han puesto sobre la mesa y se ha confitado la manifestación en términos políticos y diplomáticos de España y la UE. Todo eso queda ahí. Y sobre todo, que sirva de estímulo para que, tanto España como la UE, estén aún más implicadas en el asunto. Es la lección aprendida más importante.
La UE tiene que adaptar medidas serias contra el gobierno español por colaborar con terroristas y criminales dejándolos entrar en el país y para el colmo con documentación falsa. Solo la entrada con documentación falsa es un delito por el que tiene que ser juzgado y condenado,luego hablaremos de las querellas que se ha presentado contra este pájaropor mal trato ,secuestro, torturas y violación de mujeres .