Melilla sufrió ayer varios intentos de intrusión en diferentes puntos de la valla, viviendo una cuarta noche de presión migratoria.
Durante la madrugada, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, apoyados por miembros del Ejército, controlaron las intentonas de cientos de marroquíes que se movilizaron desde la localidades cercanas con la intención de introducirse en la ciudad.
Probablemente envalentonados por los sucesos en Ceuta de los últimos días, algunos vecinos de Farhana y Mariguani intentaron emular a sus compatriotas de Castillejos y volver a poner en jaque al España. Por suerte, y gracias a la labor de nuestros agentes y la colaboración, esta vez si, de la Gendarmería marroquí, no se llegó a producir una avalancha como la de la ciudad hermana.
Sin embargo, la situación vivida esta pasada madrugada debe servir para recordarnos de los ánimos al otro lado de la frontera siguen caldeándose. Se han visto vídeos de personas alentando para venir a Melilla y hay imágenes de decenas de jóvenes movilizándose hacia la frontera.
Marruecos ha encendido una mecha que va a tardar en apagarse. A pesar de que halla reculado en Ceuta y aceptara la devolución de los que pasaron la frontera en los últimos días, la relación con nuestro país sigue siendo frágil. Además, para mucho marroquíes, lo que sucedió en la ciudad hermana sirve de acicate para espolear sus anhelos de entrar en Melilla, en unos casos por necesidad, muchos llevan meses sin poder trabajar, y en otros casos por intereses más espurios.
Sea como fuere, vivimos un momento de máxima alerta. Es probable que vivíamos más noches como estas en las próximas semanas, mientras se calman los ánimos y se restablecen unas relaciones más civilizadas con nuestro vecino.