La diputada Paz Velázquez ha desvelado detalles del enfrentamiento entre el Ingesa (PSOE) y la Consejería de Salud Pública (PSOE), a cuentas de la vacunación de los trabajadores de Endesa.
Básicamente, la empresa solicitó a las autoridades la inmunización de sus empleados, teniendo en cuenta que son vitales para el mantenimiento del servicio eléctrico en nuestra ciudad.
Una primera solicitud la cursó a la Consejería de Salud Pública de Mohamed Mohand y éste, cumpliendo con las indicaciones dadas desde Madrid, les dio la negativa por respuesta. No porque considere que los trabajadores de Endesa no sean prioritarios sino porque lo establecido por el Ministerio de Sanidad, del que depende Melilla, no contempla la vacunación del personal de compañías privadas.
Justo eso se lo afeábamos a Sanidad hace unos días desde nuestra columna. Nos llamaba la atención que concedamos aplausos en lugar de vacunas a los trabajadores que no se confinaron durante la primera ola de la pandemia y que estuvieron en primera línea cuando nadie sabía lo que era el coronavirus y todo el mundo pensaba que había llegado el fin del mundo.
Hablábamos de cajeras de supermercado, camioneros, limpiadoras, personal de limpieza viaria, y por qué no, carteros y plantilla de compañías como Endesa, entre otros muchos héroes anónimos que el tiempo ha vuelto a hacer invisible.
Mohand denegó esa primera petición y Endesa no se dio por vencida. Hizo lo que tenía que hacer: insistir porque lo que está en juego es la vida de sus trabajadores. Esta segunda solicitud la envió al Ingesa y funcionó eso de “pedid y se os concederá”.
El Instituto Nacional de Gestión Sanitaria respondió afirmativamente y Endesa consiguió vacunar a su personal. Evidentemente, esta decisión del Ingesa cabreó al consejero Mohand porque contraviene las orientaciones dadas a todas las autonomías.
Lejos de sentarse a hablar teniendo en cuenta que tanto Ingesa como Salud Pública están gestionados por socialistas, el Ingesa llegó incluso a retirar enfermeras de la campaña de vacunación, según la versión de los hechos de la diputada Paz Velázquez.
Este punto no ha sido confirmado por el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, que de la misma manera que optó por no informar de los casos de coronavirus en fin de semana, ahora se niega a explicar a la prensa si cuando tomó la decisión de acceder a la petición de Endesa sabía ya que Mohand la había denegado.
No es un detalle baladí porque evidentemente, el Ingesa ha desautorizado, consciente o inconscientemente, a Mohand y ha tomado una decisión que le ha costado el puesto a políticos de PP y PSOE, que interpretaron en el pasado, de manera libérrima, las orientaciones que se dieron desde Sanidad.
Creo que en este conflicto, lo realmente escandaloso, si llegara a comprobarse que es cierto, es la retirada de enfermeras de la campaña de vacunación que denuncia la diputada Paz Velázquez.
No me lo puedo creer. De ser cierto, sería un sabotaje en toda regla. Es inadmisible en una sociedad democrática. Esto no es ni puede ser el chiringuito de un cargo político o de un grupúsculo disidente que pugna por el poder en un partido.
Si alguien se cabrea y quiere retarse a puñaladas con un compañero de afiliación, que lo cite en el descampado de Cabrerizas. Adelante. Que vaya con la certeza de que luego tendrá que vérselas ante un juez.
Pero un responsable político encargado de velar por la salud de los melillenses no puede suspender la vacunación sólo por darle un escarmiento a un compañero de partido. De verdad, no me creo que esto esté pasando.
Cuando en media España se dieron escándalos con la vacunación, nos sorprendió que Melilla quedara al margen de esas triquiñuelas. En Ceuta, por sólo mencionar un ejemplo, tuvo que dimitir el consejero de Salud tras colarse en la vacunación.
Aquí lo miramos todo con lupa y no había trapicheos. Pero ahora sabemos que lo que sí hay es una precuela de Juego de Tronos dirigida desde el Ingesa.
El consejero Mohand ha cargado con las consecuencias de la mala gestión de la pandemia, pese a que esa responsabilidad no le compete a la Ciudad Autónoma. Es responsabilidad del Ingesa, que lleva de perfil demasiado tiempo.
Para empezar es de las instituciones más opacas que tenemos la desventura de tener en esta ciudad. Para sacarle un dato, hay que mendigar como si siendo transparente nos estuviera haciendo un favor. Y no es así. Que no se nos olvide que en tiempos del PSOE el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria se blindó contra la prensa. Que no se nos olvide porque estos dejarán de gobernar y luego vendrán desde la oposición con el cuento que ellos cambiaron las cosas. Y claro que las han cambiado, pero a peor.
No nos merecemos el Ingesa que tenemos en Melilla. No es de recibo. Da miedo saber que mientras hay gente muriendo por coronavirus en esta ciudad, tenemos políticos mirándose de reojo a ver quién es el primero que desenfunda la espada.