La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha negado la posibilidad de un trato de favor a Melilla, tras la propuesta de CpM de promover una campaña de vacunación masiva en la ciudad para conseguir la inmunidad de rebaño al estilo de lo logrado en Gibraltar.
Desde un primer momento comentamos en esta sección de opinión que la petición no tenía recorrido. Nos parecía incluso un poco egoísta reclamar privilegios al Gobierno central, en nombre de los malos datos que registramos y que, en muchos casos, obedecen a lo poco que respetamos las normas establecidas para frenar los contagios de coronavirus. Lo mismo nos comemos una paella con amigos, que nos escapamos a la península, que nos casamos a lo grande. Esto es un cachondeo.
Sin embargo, creo que CpM hizo bien en promover la petición de la vacunación masiva. En política no sólo es importante dejar claro lo que uno piensa sino, además, obligar al adversario a retratarse.
Y justo eso es lo que han conseguido ahora los cepemistas porque si bien Carolina Darias es la ministra de Sanidad de todos los españoles, también es verdad que su Ministerio está prácticamente vacío de competencias. Si a esto sumamos que Melilla y Ceuta son las únicas autonomías que no tienen transferidas las competencias sanitarias, significa, por tanto, que somos responsabilidad directa de la señora Darias.
Aquí no podemos pedir más vacunas al súperconsejero de Salud Pública porque él ni pincha ni corta. Hay que pedirlo a Madrid. Y eso es lo que ha conseguido CpM con esta solicitud insolidaria. Ha logrado demostrar que cuando la ministra socialista dijo el martes en el Senado que está al cien por cien con Melilla, estaba diciendo una verdad a medias.
Estar, lo que se dice estar, no está. No pone dinero para el Hospital Modular. Tampoco hace una excepción para conseguirnos más vacunas. ¿Cuál es entonces la ventaja de depender de Madrid? Yo te lo digo al oído: nin-gu-na.
Somos un lastre para el ministerio y el ministerio es un lastre para esta ciudad. ¿Queremos vacunas? Pues bien, vamos a comprarlas con el remanente de los fondos COVID y que Carolina Darias nos pague la instalación del Hospital Modular. Que se rasque el bolsillo y nos dé 4 millones de euros. Con esa calderilla podemos comprar dos dosis de Pfizer para todos los melillenses y nos sobra dinero para chapuzas.
Pero no podemos hacerlo porque ese presupuesto que nos enviaron de Madrid para paliar los efectos de la crisis del coronavirus, lo usamos para cubrirle las espaldas al Gobierno central y tapar los agujeros que no han tapado ni el PP cuando estaba Rajoy ni ahora el PSOE y Podemos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Con esta jugada, CpM ha venido a demostrar por qué hace falta en Madrid un diputado de Melilla que se levante pensando en Melilla y se acueste pensando en esta ciudad. Mientras eso no ocurra, seguiremos siendo españoles de segunda y tendremos que seguir tragándonos el sapo de escuchar a la Delegación del Gobierno vendernos la burra del desplome sin precedentes del paro juvenil.
Mire usted, lo único que se me ocurre para creerme esa milonga es que la gente joven haya salido escopeteada de Melilla. Una disminución de la población activa podría servir de coartada a esos magníficos datos que nos vende el SEPE, como si entre nosotros no supiéramos que hay muchísima gente en ERTE que no volverá a sus puestos de trabajo.
Pero también podría demostrar que la frontera cerrada crea empleo en Melilla. Al final, hasta nos podría venir bien que Marruecos barajara la posibilidad de mantener los pasos fronterizos cerrados como ocurre con Argelia desde 1994.
Son dudas razonables que deberá explicarnos la Delegación, si es que considera que merecemos que nos explique el comportamiento real del paro en Melilla y no nos cuente historias como aquella de los presupuestos generales del Estado.
¿Se acuerdan cuando Sabrina Moh nos dijo que íbamos a percibir la consignación más alta por habitante de todo el país? Según sus propias palabras, los melillenses íbamos a recibir una media de 622,9 euros por habitante, frente a los 258,2 del resto de españoles. Antes de que empezáramos a hacernos ilusiones, vino el diputado Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu y nos hizo un desglose de todas las inversiones que hemos perdido en las cuentas 2021 respecto a los presupuestos anteriores que hizo Montoro (PP) y que llevaban dos años prorrogados.
Aquí no sólo tenemos que luchar contra la falta de inversiones. También tenemos que defendernos de la propaganda. Quiero creer que Sabrina Moh no nos mintió. Simplemente, como ella es de letras, se creyó a pie juntillas el cuento que le estaban contando en Madrid.
Así no hacemos ciudad. Nuestros políticos defienden más a sus partidos que a los votantes que los eligen. No pelean por Melilla sino por venderse bien para seguir cobrando el sueldazo inmerecido que les pagamos entre todos.