Se ha cumplido un año desde que ‘Ana’, un robot de desinfección Xenex, distribuido en España por Clece, para combatir la COVID-19 en las superficies que pudieran estar contaminadas con el virus. Su labor la realiza gracias a una lámpara de gas xenón que emite luz pulsada ultravioleta tipo C (UVC) y es capaz de reducir la contaminación por bacterias y virus en un periodo de tiempo reducido.
Javier de la Vega, preventivista del Hospital Comarcal de Melilla, explicó que el robot sirve para hacer un tipo de desinfección llamada ‘no touch’, es decir, que no necesita contacto físico. Señaló que es una desinfección complementaria a la limpieza tradicional y que se hacía más necesaria que nunca debido a la situación actual de pandemia. Resaltó que gracias a la onda de luz corta y potente, lo que se consigue es romper el material genético de las bacterias o los virus que haya en la zona donde actúa.
“El resultado es la muerte de las bacterias y la inactivación de los virus, es un buen sistema”, dijo.
De la Vega expuso que anteriormente tenían otro sistema ‘no touch’ en el que usaban peróxido, un gas tóxico. El problema era que el uso extensivo era muy difícil y tenían que sellar las habitaciones. Cuando llegó la pandemia del coronavirus y con ello, el incremento de la necesidad de una mayor desinfección, se dieron cuenta de que no podían continuar con dicho sistema. Subrayó que el sistema de la luz UVC es mucho más rápido y no es necesario sellar las habitaciones en la que actúa el robot y es que, además, produce una reducción del 99,99% de la carga viral en superficies a una distancia de dos metros y en tan sólo dos minutos, según un estudio realizado por el Centro Nacional de Biotecnología (CNB). Así pues, donde llega la luz se produce una quasiesterilzación, expresó De la Vega, sin que produzca los inconvenientes que tenía usar el gas tóxico.
Además, el robot tiene un sistema de seguridad bastante preciso. Cuando el responsable lo deja listo para actuar, este se sale de la habitación con la clásica señal que se suele ver en el suelo advirtiendo de prohibido el paso. Esta señal tiene incorporado un botón que permite al operación parar la desinfección si fuera necesario y además hay una pequeña luz verde que indica cuando ha terminado su trabajo el robot. En añadido, dentro de la sala de actuación hay un elemento parecido a la señal mencionada anteriormente que contiene un sensor. En el caso de que una persona abriera la sala, el sensor lo detectaría y el robot dejaría de emitir la luz UVC, dañina para el ser humano, de inmediato.
“Los resultados son evidentes”, subrayó De la Vega, ya que se crea un entorno más seguro. Puso el ejemplo de que esa misma mañana habían desinfectado con el robot la sala de después de que la usara un paciente covid. Gracias a la desinfección, la sala puede volver a utilizarse en la mayor brevedad posible.
Reiteró que se trata de un complemento de la limpieza tradicional, enfatizando de que se trata de un “trabajo artesanal” que está determinado por el factor humano, además de que no ha evolucionado lo suficiente respecto a las necesidades actuales. Por lo tanto,el robot supliría dicha carencia, contribuyendo a la seguridad del personal de limpieza también y a la de los pacientes.