La península atesora algunas de la playas más atractivas de la zona próxima a la ciudad, aún inaccesibles a los vehículos.
La península de Tres Forcas, un promontorio que se adentra en el mar unos doce kilómetros desde el inicio de sus primeras estribaciones, a la altura de Melilla, constituye uno de los parajes naturales más extraordinarios que posee la ciudad en sus cercanías. De hecho, en su interior atesora no sólo una gran riqueza faunística, en particular aves, sino también una belleza singular, salpicada de inmensos roquedales, alturas ensombrecidas por la neblina de la mañana, playas y calas resguardadas del inclemente viento de levante y por supuesto historia, bereber y española a partes iguales.
Tres Forcas comienza a la altura de Mari Guari, el barranco del Nano y las fuentes de Tigorfaten, desde donde antaño se aprovisionaba de agua potable la ciudad de Melilla. A partir de ahí, una sucesión interminable de barrancos, cortados por pequeños riachuelos, convertidos en invierno en fuertes torrenteras, acompaña al viajero por estos parajes, cuyos ancianos pobladores, bereberes la mayoría, han ido dejando su impronta en los pequeños poblados que encontramos por el camino. Pequeñas terrazas de cultivos, campos de cebada y huertos en los que se aprovisionan de productos básicos es todo cuanto puede vislumbrarse en la zona, carente de bosques en su mayor parte, debido a la aridez del terreno, lo que hace gran parte de esta zona impracticable para el asentamiento humano. Así, tan sólo la zona próxima a Cala Trifa y el poblado de Taurirt, permiten el desarrollo de grandes núcleos poblacionales que ya no veremos hasta la altura de Tibuda aproximadamente, aunque en la zona de la cala de Charrane también ha ido surgiendo una pequeña población.
Sin duda, las playas de Tres Forcas son uno de los atractivos, y es que hay una gran variedad, desde pequeñas calas de arena fina, a playas de roca donde puede practicarse la pesca submarina. Tanto a levante como a poniente encontramos distintas posibilidades. En el lado de levante destaca Mina Rosita, una amplia bahía con una playa de roca en cuyo extremo sur se ubican los restos de un antiguo cargadero de mineral español, de tiempos del Protectorado. Junto a ella, y casi en la zona norte encontramos la bahía de Tibuda, una localidad de pescadores, pasada punta Bermeja y situada enfrente de los conocidos Farallones.
En el lado de poniente la playa más conocida es la de Charrane, excesivamente congestionda por el alto número de personas que acuden a ella. Tal vez por ello muchos prefieren calzarse las botas de trekking y acceder a Tramontana, lugar donde antiguamente fondeaban los barcos que llegaban a Melilla en los días de temporal de levante. Finalmente, los amantes de la historia pueden acceder hasta la punta del cabo Tres Forcas, donde encontrarán un faro construido por España. Algo más al sur, en la punta de los Frailes, un pequeño morabito dota de un sentido místico a la zona, de origen volcánico al igual que su gemela en la península, el Cabo de Gata. A Tres Forcas tan sólo le falta convertirse en un Parque Natural protegido.