Los conflictos en la frontera copan las portadas de los principales diarios nacionales, que coincidían en señalar como el anunciado acoso a Melilla se produjo a pesar de la llamada del Rey Juan Carlos a Mohamed VI. Con independencia del ‘mal lugar’ en el que el rey marroquí ha consentido quede nuestro monarca, lo cierto es que el conflicto, enrarecido, está logrando un eco tremendo como consecuencia de la sequía informativa propia del mes de agosto y siempre tan propicia a las serpientes de verano en las que nuestra ciudad y Ceuta se convierten fácilmente en tristes protagonistas.
Los sucesos actuales no constituyen ninguna serpiente de verano pero sí evidencian que las relaciones entre España y Marruecos no son tan inmejorables como pretende hacernos creer el Gobierno Zapatero.
Nuevamente se nos intenta utilizar desde el vecino país como moneda de cambio para lograr en realidad otras pretensiones más principales para la administración alauita. Una práctica que exige, sin duda, de una respuesta firme por parte de España y no sólo para preservar los intereses y la normalidad en torno a nuestra ciudad, que siendo cruciales para nosotros no dejan de formar parte del abultado cupo de intereses que existen entre nuestro país y nuestros vecinos.