En estos días hemos podido leer algunas afirmaciones de determinados miembros del Gobierno, en concreto de Unidas-Podemos, que señalan que las instituciones creadas a partir de la Constitución de 1978 están ya obsoletas y que se debe crear un nuevo sistema donde el republicanismo sería la piedra angular. Y quieren situar a determinados partidos del centro derecha fuera de la Constitución. Lo cierto es que la unidad y el consenso siguen siendo unos principios democráticos básicos que todos los políticos de la transición y de los primeros años de la democracia supieron ver y analizar. Desde luego, muy equivocados estarían quienes, de verdad, son líderes de las formaciones políticas más importantes de nuestro país si escucharan cantos de sirena por parte de fuerzas más minoritarias para acabar con todo lo conseguido a lo largo de estos cuarenta y dos años de vigencia de la Constitución del año 1978. Por supuesto, que se han cometido errores, pero nadie puede ni debe olvidar que la Carta Magna ha sido la piedra angular del desarrollo posterior de nuestro país y de su presencia en el mundo democrático actual. Una Constitución que, por supuesto, fue la envidia de muchas naciones durante muchos años no ha quedado desfasada ni mucho menos. Los que han quedado desfasados son quienes pretenden, bajo cualquier concepto, destruir el edificio constitucional que todos nos dimos y que nos ha dado muchas satisfacciones a lo largo y ancho de todo este período tan fructífero.