Ni una semana ha durado el vallado en uno de los edificios de la calle Castelar. Ni las cintas ni los taladros en el suelo de estas vallas amarillas que con tanto esmero e inversión de tiempo realizaron los Bomberos han servido para evitar que una o varias personas, nadie lo sabe, las hayan retirado.
Literalmente han arrancado la valla del suelo en la calle de arriba. Ésta impedía que los vecinos utilizaran un callejón en el que aún hay cascotes en el suelo. Los vecinos pasan de nuevo por ahí como si el peligro se hubiera ido, aunque no se han hecho reformas ni obras en el edificio. Sigue exactamente en el mismo estado de ruina y con la misma posibilidad de que caigan más cascotes que hace una semana, cuando los Bomberos señalizaron la zona y el peligro. Y todo esto por ahorrar unos segundos en su camino, porque hay dos callejones más en esa misma calle a cuatro o cinco casas de distancia.
Y al abrir el camino arriba del callejón, también abajo han retirado las vallas. Las han descolocado y se ha eliminado el pasillo que habían dejado los Bomberos para habilitar el paso de los peatones de forma segura, alejados de los balcones que están en mal estado y marcando un espacio con los aparcamientos.
También ahí, en la calle Castelar hay peligro. Los balcones están en mal estado y alguien ha aprovechado el movimiento de las vallas para retirarlas casi completamente del aparcamiento en batería. Sobre los coches podrían caer cascotes.
Pero por mucho esfuerzo que hagan los Bomberos en señalizar y en anclar al suelo las vallas para evitar el paso, no va a servir de nada si los incívicos siguen retirando estos elementos y los vecinos siguen pasando a pesar de ver las señales de aviso.