Atardece en Melilla. Junto a la Jefatura Superior de la Policía Nacional, 15 agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) se preparan para montar un operativo de control de carreteras. Son cerca de las ocho de la tarde y tres furgonetas junto con un vehículo de reacción salen en dirección al parque Forestal. Allí, en cuestión de segundos, montan el operativo y comienzan a controlar los vehículos particulares que van pasando. A cargo de la Unidad está la inspectora Elena, una de las tres mujeres que está a cargo de esta a nivel nacional. Explica que estos operativos se montan para controlar si hay una posible tenencia de armas blancas o estupefacientes y dado que aún estar en vigor el estado de alarma por el coronavirus, ver si la ciudadanía respeta el llevar una mascarilla puesta.
La Policía se ha colocado en zig zag y los agentes colocados al principio son los que van dejando el paso y eligen quiénes van a ser controlados. Cuando lo deciden, se comunican con sus compañeros, colocados en el centro del operativo, y les indican las características del vehículo a controlar. Cuando este aparca, los agentes le piden un documento de identificación y le hacen unas preguntas rutinarias. Luego registran el vehículo y si lo creen necesario cachean a la persona.
La inspectora declara que el tiempo que lleva aquí, los ciudadanos se ha comportado de forma cívica en general. Durante el estado de alarma, la Policía tuvo que hacer controles para asegurar que la población respetaba el confinamiento. "Ha sido duro para todos porque es una situación que no habíamos vivido antes", expresó.
Ahora que estamos a punto de entrar en la fase 3, la inspectora explica que es cierto que han notado que la ciudadanía se ha relajado un poco en este sentido y que hay que recordar que el uso de mascarilla es obligatorio. Los agentes han vivido esta pandemia en primera línea, incluso cuatro agentes se llegaron a contagiar. "Detrás del uniforme hay una persona y como personas sentimos", explicó, pues cuando llegaban a casa se tenían que desinfectar y tener cuidado para no contagiar a sus familiares.
El control, que dura menos de media hora para no perder efectividad, empieza a llegar a su fin y tan rápido como lo han montado, lo desmontan. Antes de irnos, la inspectora quiere dejar un mensaje a los melillenses después de estos meses tan duros. "Tenemos que adaptarnos a una nueva normalidad que va a acompañarnos durante un tiempo y tendremos que ser respetuosos los unos con los otros y adaptarnos a las circunstancias, pero que saldremos de esta", aseguró.