El final del mes sagrado, el Ramadán, acaba con la Pascua Chica y este año se ha vivido muy diferente que de costumbre: el confinamiento ha alterado por completo el ritmo de un me que se vive con familiares y amigos más cercanos.
Ayer a mediodía en El Rastro se podía ver a numerosos vecinos que salieron a la calle para hacer sus últimas compras de día y muchos vestían con su mejor chilaba.
Mohamed vive en el barrio y en la puerta de su edificio, varios niños del bloque se reunieron en el portal para jugar y celebrar el final del ayuno.
Las puertas de los distintos pisos están abiertas, los vecinos entran y salen de ellas: ¡Eid Mubarak!, se felicitan unos a otros.
Mohamed explicó que lo primero que hacen es levantarse para rezar desde media hora después de que salga el sol hasta media hora antes de las 12:00 horas de la mañana. Contó que todos los años lo pasa en Marruecos y que se reúne toda la familia, pero que este año, se han quedado en casa y se ha limitado a verse con sus vecinos, que son como su familia también. Chaima, una vecina suya de diez años, aseguró que lo que le gustaba del Ramadán era estar en familia.
Por su lado, Karima también celebró este día con los suyos. Explicó que la noche anterior dejó varios platos preparados y dio los últimos retoques para la celebración del día siguiente, como el té o el jeringo “para que se quede bien”.
“Lo mejor de todo es pasarlo en compañía y no estar sola”, aseguró, por lo que invitó a dos amigas suyas con sus hijos Añadió que lo que no puede faltar en la mesa es el té y los pastelitos.
Relató que si no hubiera sido por el confinamiento, habría ido a felicitar a sus familiares y amigos. Muchos de estos están al otro lado de la frontera, la cual ha permanecido cerrada durante todo el estado de alarma, contó.
“Hoy es un día que se celebra el fin del Ramadán con un desayuno en familia, con un poco de todo, pero lo que nunca falta, es el té y un tipo de churros que vosotros conocéis como buñuelos, además de, bizcochos, pastas ofrutos secos”, relató Ahmed, quien detalló a El Faro cómo suele celerarse el final del Ramadán.
Posteriormente, “tenemos la costumbre de visitar, en los cementerios, a nuestros seres queridos que nos han dejado”.
Además, de camino, tanto a la ida como a la vuelta, se visita a esos seres queridos y allegados, que por razones de salud están en sus casas.
Al mediodía, “los más cercanos, solemos comer, en casa de la matriarca o patriarca de la familia(abuelos y abuelas) y si han fallecido, solemos reunirnos en casa de ese familiar, que asume el rol. En mi caso es la casa de mi Tía Materna, que da la casualidad, que este año, desgraciadamente no cuenta con buena salud”.
Y para acabar, “a lo largo de la tarde, o bien, vienen otros familiares a felicitarnos, tomamos, té, pastas, dulces, bizcochos, tartas, etc..., y antes de volver a tu casa, vas a visitar a esos familiares y amigos que aún no has visto”.