La consejera de Hacienda, Dunia Almansouri, ha reconocido a la prensa que la sociedad pública Promesa continúa sin presidente desde la dimisión de Julio Liarte. Creo haber entendido que la ausencia de una figura con criterio al frente de la entidad dedicada a la Promoción Económica de Melilla no es urgente en medio de la pandemia de la Covid-19. Perdonadme por ser tan tiquismiquis, pero no lo entiendo.
La única posibilidad de que no se eche en falta a un presidente al frente de un ente público que se dedica a promocionar iniciativas que incentiven la economía de una ciudad devastada como la nuestra es que Promesa no sirva para nada y sea una mera agencia de colocación de ex cargos políticos.
El consejero Moha Mohamed puede ser y parece ser un político joven y muy competente y a él le han delegado la firma de documentos que salen de Promesa, pero no podemos aspirar a que la misma persona que se encarga de la gestión de la Salud Pública en nuestra ciudad sea también la que da el visto bueno a las iniciativas económicas que exige un momento como el que está viviendo Melilla.
No es de recibo. Es verdad que esta crisis no nos da tregua para ponernos a hacer un casting para elegir al mejor. Pero la interinidad en una sociedad pública como Promesa no es buena en nuestras circunstancias porque el nivel de compromiso no es el mismo si se está de paso o cubriendo una vacante que sabemos que no será nuestra.
Quienes boicotearon la permanencia de Liarte al frente de Promesa son responsables de que hoy el ente público que debería manejar los hilos de la economía melillense esté descabezado.
En ajedrez, usted puede perder un alfil o un caballo, pero no puede perder al rey porque pierde la partida. Es así de simple. Creer que un periódico puede funcionar sin director es tan descabellado como imaginar que un presidente no pinta nada en una comunidad autónoma. Así no se avanza. Se puede sobrevivir, pero nunca se darán pasos hacia delante y ahora, de lo que se trata, es de salir del atolladero. Para eso es imprescindible echar a andar.
De nada sirve que reclamemos al Ministerio de Hacienda que nos incluya en el reparto del fondo no reembolsable de 16.000 millones para las comunidades autónomas, que, en realidad, está montado para compensar a Madrid y Cataluña y que lo único que ha hecho ha sido dividir a las autonomías entre las que ganan y las que pierden.
A nosotros nos ha tocado perder y las supuestas gestiones que está haciendo la vicepresidenta Gloria Rojas no se notan por ninguna parte. Aquí entiendo que hay que cambiar el chip y pensar en clave de Gobierno. No estamos ya en la oposición, donde pedimos y pedimos y pedimos porque sabemos que no nos darán nada y en la hemeroteca queda nuestro esfuerzo. Pero, mira por dónde, las hemerotecas también están para recoger nuestros fracasos. La gestión en el Gobierno no se mide por la cantidad de veces que pedimos sino por la cantidad de veces que nos dan. De momento, nada de nada. Cero patatero. Estamos tan mal como cuando gobernaban los otros. En Melilla no notamos la diferencia ni ahora que tenemos PSOE en la Asamblea y en Madrid ni cuando estaba Rajoy en Moncloa y gobernaba Imbroda la ciudad.
No sacamos rédito y eso se debe a la poca influencia de nuestros votos a nivel nacional. Los de Teruel Existe tienen más influencia en Madrid que los socialistas melillenses. De ahí la necesidad de que partidos pequeños consigan escaños en el Congreso. Ceuta y Melilla tienen dos diputados en Madrid y si alguien lo nota, que avise. Yo no lo noto.
No voy a atizar a Díaz de Otazu porque responsabilizarlo sólo a él de la dejadez de los últimos años es injusto. Tampoco voy a decir que Mari Carmen Dueñas pasó desapercibida, pero sí tengo que reconocer que desde que en 2015 dejó de ser diputado Antonio Gutiérrez, en la prensa no tenemos chicha para hablar de que se nos tiene en cuenta en Madrid. Puede que sí, pero no se nota. Baste poner por ejemplo el infame contrato marítimo que nos mantuvo con barcos calamitosos durante meses sin que nadie se dignara a protestar en el Congreso o el Senado.
Los senadores y diputados de partidos outsiders cosen a preguntas a las Cámaras y al final nos encontramos con que un diputado de Bildu hace más preguntas sobre los menores extranjeros no acompañados de Melilla, la valla o las porteadoras marroquíes que nuestros propios representantes.
En eso los melillenses tenemos que ser más escrupulosos. Todo el mundo quiere ser el número uno en la lista de su partido al Congreso, pero no todo el mundo está preparado para trabajar sin secretarias o colaboradores y aún así poder preguntar, proponer y mover los hilos para hacer algo por su ciudad, incluso desde la distancia. En eso no hemos tenido suerte con nuestros representantes y por eso creo que hay que cambiar. Y no hablo sólo de siglas. Hay que cambiar sobre todo el perfil de la persona que nos representa porque un diputado tiene que patearse el Congreso en nombre de su gente. Y hoy por hoy, no lo veo. No estamos en ninguna mesa determinante. Somos un cero a la izquierda.
Ya veras lo que le importa a Otazu Melilla, que ni siquiera vive en Melilla.
Con eso queda todo dicho.
Saludos
Estimada Tania:
Tienes razón . Me da pena lo que se deja de hacer. Los empujones que se producen para ser el número uno al Congreso no son para ser descritos. Saludos cordiales, Antonio Gutiérrez.