“Cuando tu abres un local con las características que tiene el mío, los gastos son mucho más altos que lo que puede llegar a ingresar”. Así lo asegura la dueña de una cafetería de Melilla a El Faro, que subraya que no podrá abrir sus puertas hasta dentro de varias semanas. Esta empresaria, a la que llamaremos Alma, explica que el Gobierno central “está adoptando muchas decisiones y leyes, pero eso no indica que sirvan al autónomo o sean acertadas o efectivas”.
Comenta que en su caso nada más encender la cafetera y la tostadora implicaría un gasto de luz de 300 euros y a eso hay que sumar toda la compra de nuevas materias primas que se han caducado traspaso de estos dos meses de cierre de su negocio. Ha conseguido que el dueño del local donde tiene la cafetería le retrase el pago del alquiler, pero cuando abra tendrá que abonárselo. Por ello, cree el Gobierno central “no sabe el daño que está haciendo al pequeño empresario” con las medidas que está desarrollando en estos momentos.
“Bajo mi punto de vista, el Ejecutivo central está sacando una ley o una normativa detrás de otra para que la población vea que se están moviendo, pero eso no significa que realmente estén haciendo un trabajo efectivo o que tenga una repercusión positiva”, asevera.
Alma explica que ve “muy injusto” que en una casa se puedan reunir 10 personas de diferentes unidades familiares y en cambio no puedan hacer esa misma reunión en la terraza de un bar o de una cafetería. “Me pregunto cuál es la diferencia real que hay entre que estas personas estén en una casa o que estén en un lugar que va a estar desinfectado y que va a estar cuidando a sus clientes como mi cafetería”, señala.
Insiste en que las leyes están perjudicando mucho a los autónomos. “No están teniendo en cuenta las características que tiene cada uno de los negocios de cara a la apertura de este lunes. En concreto, su cafetería es pequeña y lo habitual es que los trabajadores que hay en los alrededores vayan, se sienten en la barra y se tomen un café o un desayuno rápido porque solo tienen 20 o 30 minutos para ello. Pero en esta primera fase de la desescalada no se podrán sentar en la barra ni en el interior de la cafetería y fuera solo tiene dos mesas. No puede reabrir su negocio haciendo frente a todos los gastos que conlleva para tener solo un par de mesas en el exterior.
Incluso cree que la medida de distanciamiento de dos metros entre cada mesa tampoco viene bien a los locales más grandes porque en este caso tendrán un alquiler mucho más alto que el que tiene ella y, por lo tanto, los gastos al final serán igual de difícil de afrontar. De esta forma insiste en que quien tenga un local más grande, podrá tener más mesas, pero también necesita algo de empleados para cubrirlas a pleno rendimiento y los gastos acabarán siendo los mismos que para un local pequeño.
Si en casa, pero no el bar
Tampoco entiende muy bien que no se puedan utilizar el interior de los bares y las cafeterías cuando si se pueden utilizar las casas y reunir hasta 10 personas de diferentes familias en el interior. Dentro de los hogares no se va a poder controlar cuántas personas hay, en cambio, en las cafeterías y en los bares sí que va a ser algo que se pueda ver, comprobar y mantener mejor las distancias de seguridad.
Otra característica que tiene su bar es que los trabajadores que suelen ir allí a desayunar utiliza mucho la barra y si abre la cafetería tendría que decirles que no se pueden sentar ahí cuando el mayor potencial que tiene su establecimiento es la cercanía con los clientes con los que charla durante su rato de desayuno. “Si me voy a sentir mal e incómoda indicando los clientes donde pueden o no sentarse, prefiero no abrir hasta que llegue junio y se pueda utilizar la barra con tranquilidad”, añade.
“No tengo pensamiento de abrir antes porque no me van a salir las cuentas y me voy a sentir mal al no poder permitir a mis clientes sentarse donde ellos quieran”, remarca. Alma que considera a todas estas personas que van a su cafetería como tu familia y no se ve prohibiéndoles estar un lugar u otro.
Dos metros entre mesas
Asimismo, se pregunta cuántos negocios de hostelería de la ciudad pueden poner mesas a dos metros y que le salga rentable para poder abrir porque ella cree que para eso vas a necesitar una nave del Real.
Esta empresaria indica que estas medidas están pensadas para los negocios que tienen terrazas situadas en el paseo o en plazas porque el resto de los hosteleros no van a poder ocupar toda la acera o van a tener que robarle espacio a los aparcamientos para poder contar con un lugar los suficientemente grande que les permita sacar adelante su negocio. Asimismo, apunta que el problema ya no son la terraza, sino el interior de los bares y de las cafeterías porque no sabe cómo van a poder separar a las personas dos metros unas de otras.
Alma cree que las medidas son injustas porque, por un lado, se permite que 10 personas pueden estar en una casa, cuando eso no se puede controlar y, en cambio, se impide a los hosteleros que pueda haber diez personas en el interior de sus locales.
El pequeño comercio
También tiene sus dudas sobre cómo puede funcionar el comercio pequeño con la primera fase porque normalmente la gente sale de compras y echa un vistazo y luego decide comprar. Ahora no se puede hacer porque hay que pedir una cita previa o va a tener que esperar a que salga una persona para entrar otra en aquellas tiendas en las que solo haya un dependiente.
Por su experiencia cree que solo va a salir de compras la persona que necesita adquirir un artículo concreto, por ejemplo, unas zapatillas de deporte para sus hijos porque las que tiene se le han quedado pequeñas o porque necesite algunas camisetas de manga corta ahora que viene el buen tiempo.
Otro tema que cree que se puede revisar son las ayudas de alquiler. Asegura que para recibir esta aportación se necesita tener todas las deudas liquidadas con la Ciudad Autónoma y en algunos casos habrá familias que deban recibos de agua o rodaje sin que lo sepan o que no puedan hacer frente a ella por esta crisis. Por ello, cree que la Ciudad podría negociar con esas personas cómo se hace el pago de esa deuda, pero facilitarles la ayuda para el alquiler.
En este sentido, pide que se tengan en cuenta que hay muchas familias que llevan sin cobrar desde mitad de marzo porque hay muchos ERTE están aprobados por la Delegación del Gobierno, pero aún no han sido admitidos por el Servicio Público de Empleo. Subraya que muchas familias que no tienen ni para comer y, por lo tanto, no pueden afrontar el pago de una factura de agua, pero se van a quedar sin la ayuda de alquiler por esa pequeña deuda.
En conclusión, cree que las medidas “no son justas” porque si la gente puede juntarse en una casa también podrían hacerlo en un bar porque hay el mismo peligro de contagiarse. Para Alma, todas estas medidas del Gobierno central son para los libros, pero no tienen nada que ver con la realidad. “Están sacando leyes y más leyes, como si no nos hubiéramos cuenta de que no nos están ayudando”, concluye.
“Tengo dos tiendas, pero solo voy a poder abrir una de ellas y sin empleadas”
“Es muy difícil salir adelante”. Así lo asegura una empresaria de la ciudad que cuenta con dos tiendas de ropa en el centro, pero que asegura que es muy complicado poder abrir las dos en estos momentos. De hecho dudaba de si al menos una podría llegar a abrirla por las características que tiene tu tienda y es que ofrece prendas de ropa de las que, en muchas ocasiones, tiene una o dos piezas. Si se las prueba alguien, habría que retirarlas durante 48 horas.
Está empresaria a la que llamaremos Fatma asegura que ya era complicado mantener las dos tiendas antes de la crisis sanitaria porque los alquileres son muy altos, pero tras más de dos meses sin poder abrir estos establecimientos la cuesta se hace aún más complicada de subir.
No obstante, afirma que ha sido una privilegiada porque le condonaron el pago del alquiler de un mes. Este fin de semana ha estado echando cuentas para ver si le salía rentable o no abrir una de esas dos tiendas que tiene, porque realmente no tenía muy claro si abrirla al público. No sabe si la gente se va a animar o no a salir al centro para comprar ya que cree que en estos momentos muchas familias van a intentar ahorrar y apañarse con la ropa que tienen. Además, hay que tener en cuenta que las piezas de ropa que ofrecen su tienda son exclusivas en algunas ocasiones solo tiene una, por eso si una persona se prueba esa prenda de ropa, la va a tener que retirar durante 48 horas para garantizar la seguridad a sus clientes. Todos estos factores son los que le hacen dudar de si abrir o no ya esta semana una de sus tiendas.
Ella quería hacer un esfuerzo porque durante estos dos meses no ha podido hacer ningún tipo de venta al no contar con ningún servicio a domicilio. De hecho, lo que se está planteando ahora es ofrecerle a los clientes el llevarle las prendas de ropa a la casa cuando estén interesadas en una de ellas con el objetivo poder hacer más ventas y si es que los melillenses no se animan a salir a comprar.
Este sábado estuvo en una de las tiendas para ver cómo incluir todas las medidas de seguridad en este espacio, como por ejemplo, dónde colocar el gel hidroalcohólico, en qué lugar de la tienda disponer un espacio para meter la ropa que tiene que estar en cuarentena durante 48 horas tras probársela una de sus clientas.
Esta empresaria contaba con dos trabajadoras y de momento ninguna de ellas va a poder reincorporarse a su puesto de trabajo porque no cree que el negocio en estos momentos pueda dar lo suficiente ni para cubrir los gastos fijos que ya tiene nada más por abrir la puerta de su negocio.
“Lo más complicado, encontrar guantes y mascarillas en Melilla”
En el centro de estética de Soraya ya había un alto nivel de exigencia higiene y seguridad sanitaria, pues siempre ha utilizado guantes y mascarilla para hacer diferentes tratamientos a sus clientas. Por eso no le ha costado nada utilizar esos materiales en su trabajo. Sin embargo, lo que le ha costado mucho es encontrar guantes y mascarillas de protección. Lamenta que las autoridades permitieron abrir el lunes día 4 cuando era imposible encontrar en Melilla esos elementos. Se pregunta porqué desde las autoridades sanitarias no se facilito este material, aunque luego evidentemente el empresario tuviera que pagar por él.
Este ha sido el principal escollo de la vuelta al trabajo para Soraya y su negocio de estética. Encontrar en material de protección para ella y las melillenses que van a hacerse tratamientos fue lo más complicado de la semana pasada, pero afortunadamente se lleva muy bien con otras compañeras de profesión que han estado repartiéndose el material entre ellas.
Han sido unos meses muy duros y aún tendrán que esperar varias semanas para poder incorporar a las trabajadoras que tenía en su negocio. Su centro de estética no es tan amplio y puede atender a una clienta por cada hora.
No pudo cerrar el centro al completo porque vende productos de cosmética que se podían adquirir a través de una web, aunque esta otra parte del negocio no ha sido lo suficientemente fuerte como para hacer frente a todos los gastos de esta semana se cierre.
Pero esta empresaria melillense está contenta y feliz de poder abrir la puerta de su negocio de nuevo. De hecho, asegura que han sido clientas las que le avisaron hace dos fines de semana de que ya podía hacer la reapertura de su negocio. Tiene clientas muy fijas y estaban deseando poder ir a su centro por lo que consiguió llenar toda la semana de citas. Asegura que le ha costado seguir haciendo frente a los gastos fijos, como el alquiler, el agua, la luz o el alta en autónomo, pero está contenta de volver.
Soraya insiste que era imposible comprar mascarillas y guantes en la ciudad y en previsión hizo un pedido de la península hace más de 20 días que le ha llegado justo esta semana.
No comprende cómo se exigen una serie de normas sin facilitarle a los empresarios el material porque no llegaba a la ciudad. Al margen de los guantes y las mascarillas, así como de los geles hidroalcohólicos, ha instalado mampara para mejorar aún más la seguridad.
Otra de las cosas que han cambiado en su centro de estética es la forma de saludarse, ya no hay abrazos ni besos, sino choques de codos. “Nos estamos adaptando todos a las circunstancias y sí que es verdad que tengo clientas que aún tienen miedo de salir”, pero espera que poco a poco se vayan soltando.