No tengo la culpa y tampoco he matado a Manote. La publicación durante los últimos días de varios artículos relacionados con la clase empresarial de Melilla y la necesidad de convocatoria de nuevas elecciones para la Presidencia de la Confederación de Empresarios de Melilla no es ninguna campaña dirigida por nadie ni tampoco va contra nadie. Es mi opinión y, por tanto, la firmo con nombre y apellidos y no como otros que se han dedicado a comentarios en conversaciones privadas o bien con la utilización genérica de nombres que no explican nada de nada.
La falta de consenso entre la clase empresarial melillense no es un hecho que se haya producido en los últimos días. Se arrastra ya de época anterior a la celebración de las últimas elecciones, las que han sido anuladas por los tribunales y que se van a volver a repetir. No olvidemos que la Plataforma de Empresarios está creada desde hace tiempo y que ya realizaron movilizaciones durante el año pasado.
A estas alturas no voy a tener la culpa de la posibilidad de acercamiento ni tampoco del no acercamiento entre los dos grupos, es decir, la actual cúpula de la CEME y a la de la Plataforma de Empresarios.
En el primero de los artículos vine a decir que sería muy importante que la clase empresarial melillense se sostenga a través de la CEME, no en vano es el órgano empresarial que funciona en todo el territorio nacional y con una base de cuarenta años que se están conmemorando en estos meses. Y que la labor del equipo capitaneado por Pepe Reyes ha efectuado un buen trabajo a lo largo de este tiempo. Ya en el segundo ofrecí datos que se conocían con mucha anterioridad. Porque en los medios de comunicación de la ciudad se había plasmado que determinadas asociaciones debían hasta ocho años de sus cuotas a la CEME y que se les llegaron a condonar varias anualidades, abonando el resto para que pudieran estar presentes en las elecciones. Sí critiqué que después, nuevamente, han vuelto a dejar de abonar esas cuotas, a las que nuevamente deberán hacer frente para el nuevo período electoral.
Pero vuelvo a repetir que no soy culpable de que no pueda existir en un futuro cercano un entendimiento entre los dos grupos de empresarios porque, a estas alturas, agarrarse a una patraña tan absurda me parece una estrategia equivocada y una justificación para no tender la mano.
Lo que sí debería hacerse es intentar tener los dedos más recatados, contar hasta diez, antes de comenzar a llenar las redes de tuits criticando la labor de quienes están al frente de la CEME o de cualquiera que se atreva a ofrecer su opinión sobre lo que está sucediendo.