Los sindicatos policiales convocaron, en la jornada de ayer, una serie de concentraciones ante las distintas dependencias de las Jefaturas Superiores de Policías y las Comisarías, concentraciones en apoyo a la labor que están realizando los agentes policiales en Cataluña.
Una situación que hemos podido ver todos los españoles, como si de una película de horror se tratara, de manera directa y al instante a través de las informaciones que todas las noches ofrecían las distintas cadenas de televisión. Incluso, la Sexta con un programa especial cada jornada a partir de las 21.00 horas.
Hemos visto como los salvajes independentistas han golpeado de manera dura a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y se incluye entre los mismos a los Mossos d,Escuadra, la Policía autonómica catalana.
Han utilizado todos los medios y como decían algunos de los comunicados emitidos por los sindicatos policiales, al final, lo que buscaban era un policía muerto. Y ese policía no es que hayan estado a punto de lograrlo, sino que todavía se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Barcelona tras sufrir un impacto de una bola de acero que llegó a atravesar su casco.
Tiene razón el ministro del Interior, quizás sea de las pocas afirmaciones que ha realizado en estos días en las que tiene razón, al señalar que se trata de un problema de orden público. No hacía falta que Marlaska intentara comparar esta situación con la que se pueden sufrir otras democracias occidentales, seguramente, quería hablar del caso de los ‘chalecos amarillos’ en Francia.
Pero realmente da pena, realmente pena, ver imágenes donde los agentes del Cuerpo Nacional de Policía se han visto desbordados en muchas ocasiones y todo ello, tal y como han manifestado sus portavoces, porque no les han permitido utilizar todos los mecanismos de los que disponen para disolver este tipo de manifestaciones.
Los agentes de Policía han utilizado los mismos métodos coercitivos de los que disponen para disolver a unos manifestantes que no se quieren marchar de una sentada por ejemplo. Las porras y las pelotas de goma. Lo mínimo. Y no estaban ante unas protestas cualquiera sino ante un verdadero terrorismo de calle. Porque al final esos bárbaros son terroristas. Y no se puede disolver a unos energúmenos de este tipo con caramelos y una palmadita en el hombro.
En el Gobierno de Pedro Sánchez no ha querido llegar más allá por razones que algún día tendrán que explicar, pero ante situaciones como las vividas nada más que cabe la solución de responder en la misma proporción. Ahora no nos podemos entretener en discutir si los medios utilizados son proporcionales. Es una tontería. Acaso los radicales independentistas han utilizado medios proporcionales. A buen seguro que no.
Cataluña, nos guste o no nos guste, se nos ha ido de las manos. Y hoy en día ninguna formación política tiene en la mano la varita mágica de la solución, pero lo que si está claro es que lo hecho hasta ahora no ha servido para nada. Ojalá que este fuego no vuelva a recrudecerse.