El aceite lubricante que es imprescindible para hacer funcionar los motores de todo el parque de vehículos (turismos, pesados, especiales, etc.) y todo tipo de maquinaria desde la industrial, a la agrícola o la de obra) se convierte, al final de su vida útil, en un residuo peligroso y de los más contaminantes que existen. Sin embargo, puede recogerse y reciclarse al 100%, generando con él nuevas materias primas o energía. En 2018, el sistema encargado en España de la gestión del aceite industrial usado, SIGAUS, logró recuperar 100.000 litros en Melilla, recogiendo en 52 puntos distintos.
Melilla dispone de un buen modelo de ese nuevo paradigma económico que están impulsando las autoridades de Europa y España, y que aboga por minimizar la generación de residuos y reintroducir los que se produzcan en nuevas cadenas productivas. Se trata del caso del aceite industrial usado.
Residuos muy contaminantes
El residuo que generan los lubricantes utilizados en los motores de los vehículos y en la industria es un gran desconocido para la mayor parte de los ciudadanos de a pie. Sin embargo, se trata de un residuo peligroso, que contiene sustancias tóxicas y metales pesados y cuyo impacto sobre el medio ambiente podría ser importante. Desde hace más de 10 años, SIGAUS es la entidad que se encarga de su recogida y reciclaje.
En 2018 en Melilla se recogieron 76 toneladas brutas (incluyendo el agua y sedimentos con los que el aceite usado suele presentarse). Esta recogida exige un sistema logístico que llegue a todos los rincones en los que se produce una gota de aceite usado. Y es que la amplísima diversidad de usos del aceite industrial provoca que la generación de su residuo sea extremadamente fragmentada y dispersa en todo el territorio.
En Melilla, 52 establecimientos generaron aceites usados en 2018. El 75% de ellos fueron establecimientos que generaron pequeñas cantidades de aceite usado (un máximo de 2.000 kg al año).
Por tipologías, el 60% de puntos generadores fueron talleres de reparación de vehículos. Junto a ellos, se recogió residuo en 3 industrias y medio centenar de instalaciones de diverso tipo, desde construcción a agricultura, hostelería u otros servicios. En total, se realizaron 150 recogidas (una recogida cada día laborable del año), siendo la más frecuente de apenas 290 kg (aproximadamente un bidón y medio de aceite usado).
Grandes beneficios
Una vez recogido, mediante una flota de camiones cisterna de diverso tamaño, el aceite usado se traslada a instalaciones especializadas para su análisis y tratamiento. En concreto, existe una instalación de recogida, almacenamiento y tratamiento ubicada en Melilla que participa contractualmente con SIGAUS.
En primer lugar, ha de separarse el aceite neto de agua y sedimentos. Posteriormente, dos tipos de tratamiento diferentes otorgan al residuo una nueva vida, ya sea como base lubricante, o como combustible industrial. En ambos casos, un correcto almacenamiento y entrega por parte de los establecimientos que generan aceites usados hace posible que el residuo sea 100% aprovechado.
La cantidad de aceite usado neto finalmente gestionado y valorizado por parte de SIGAUS en Melilla a fue de 100.000 litros. Además de la regeneración, el segundo posible tratamiento para el aceite usado es su descontaminación para fabricar combustible de uso industrial, evitando con ello la utilización de otros combustibles tradicionales como el fuel óleo. Gracias a esta valorización en Melilla se obtuvo una energía equivalente 1 GWh, similar a la consumida en usos eléctricos por casi 270 hogares.
Valoración de expertos
Eduardo de Lecea, director general del SIGAUS, señalba que “la gestión de los aceites industriales usados en Melilla es un buen ejemplo de proyectos de Economía Circular que están funcionando ya de forma eficaz y sostenible. Lo hacemos posible con un residuo complejo, y de costosa gestión, gracias al compromiso de las empresas involucradas, al impulso de la Administración, y a la conciencia ciudadana”.
Por ello, asevera que “entre todos, debemos seguir avanzando hacia este nuevo modelo de crecimiento, más innovador e inteligente, en el que los residuos que se recogen en las ciudades y en los pueblos de España se convierten en recursos. El camino ya no tiene vuelta atrás”.