LAS redes sociales de Melilla llevan varios días al rojo vivo con denuncias de damnificasdos por las largas colas en las inmediaciones de la frontera de Beni Enzar. Hacía años que no veíamos una Operación Paso del Estrecho tan multitudinaria como la de este agosto, en la víspera de la Fiesta del Sacrificio, y por más que nos moleste, es bueno que así sea porque significa que la gente vuelve a disponer de posibles para viajar y, sin dudas, se dejará dinero, como mínimo, en las gasolineras y supermercados de nuestra ciudad. Entiendo que para los vecinos que viven en El Real y las inmediaciones del principal paso fronterizo de Melilla es un incordio tener el ruido y el atascazo las 24 horas en las calles de sus barrios, por eso creo que es responsabilidad de la Ciudad Autónoma minimizar el impacto del paso de un millar de vehículos en dirección a Marruecos. Hay que hacer hasta lo imposible por regular el tráfico y agilizar las salidas. También hay que exigir eficiencia a las autoridades del país vecino. Si los aduaneros marroquíes no colaboran, a nosotros se nos crea una cola de aquí a Hong Kong. En esto hay que remar juntos, aunque visto lo visto, hay espacio para la duda. Como siempre, hay que mejorar las condiciones de los turistas marroquíes que van de vacaciones a su país y tienen que esperar horas y horas cargados hasta la bandera, con niños y después de viajes larguísimos. Baños públicos y limpios, agua potable y servicios sanitarios se presuponen como el honor en los soldados. En cuanto a los melillenses, es cierto que es durísimo, incómodo, pero la OPE no es nueva para nosotros. Si bien es cierto que durante la crisis mermó el trasiego de vehículos por la ciudad, a largo plazo esto por duro que sea, es bueno para todos. Repercute en nuestra economía. Si las tiendas de la frontera venden más, nos irá mejor a todos. Una cosa lleva a la otra. Creo que además de los vecinos de la frontera, el Gobierno tripartito es el principal damnificado del atasco que deja la OPE. Tiene demasiados frentes abiertos: la paralización de la administración y el retrso en el pago a proveedores tiene a mucha gente nerviosa; que no se puedan pasar borregos y que tengamos colas interminables en la frontera es ya el apaga y vámonos. Los tres primeros meses de un Ejecutivo son su tarjeta de presentación. Es demasiado pronto para hablar de diferencias. Es cierto que se ha adelgazado el Gobierno, pero no tanto como se prometía. Entiendo que se debe, principalmente, a la necesidad de contentar a tres partidos. La consecuencia es que si no lo han conseguido quienes tenían el compromiso del cambio entonces hacen bueno a Imbroda. La imposibilidad de recortar notablemente el número de miembros del Ejecutivo local da la razón a quienes desde el PP defendieron siempre que en la Ciudad estaban los justos y necesarios. Así que quienes ahora gobiernan y antes estaban en la oposición los criticaron injustamente. Las colas y el borrego es más de lo mismo. Pasó con Imbroda y pasa ahora con el Gobierno del cambio. Tenemos la ciudad que parece la M30 de Madrid y además los corderos no sólo no pasarán desde Marruecos sino que además nos los tiran al río muertos por asfixia. Esto se nos está yendo de las manos.