Hubo un tiempo en que en Melilla también se celebraban manifestaciones por el 1º de Mayo. Hoy ya es impensable que esto pueda pasar en nuestra ciudad a pesar de que tenemos una de las tasas de paro más altas de España (26,12% según la última EPA) y que 9.167 melillenses se encontraban inscritos como desempleados a primeros del pasado mes de abril.
Los nuevos datos de paro en Melilla se conocerán mañana. Entre tanto, se echa en falta la poca sensibilidad que muestran los partidos políticos en un día tan señalado.
El Primero de Mayo, en realidad, ha dejado de ser el Día de los Trabajadores para convertirse en el Día del Trabajo. Y así, ya no se reclaman tanto mejores condiciones laborales, que también, sino sobre todo contar con un empleo, por precario o eventual que sea.
El paro es, según el CIS, la principal preocupación de los españoles, pero los partidos políticos, más afanados en enredos de pactos nacionales, cuentas electorales y otro tipo de componendas de tono partidista, han pasado de largo por este Primero de Mayo que, salvo error, no ha merecido ningún comunicado de prensa ni pronunciamiento por parte de los dirigentes políticos de nuestra ciudad.
Tampoco es que los nacionales hayan hablado mucho de ello. Al menos, el Papa Francisco ha centrado sus oraciones en los parados: esa gran marea cada vez más heterogénea en la que confluyen los desheredados del mundo, los que carecen de formación suficiente para competir en la sociedad actual y los que, de un día para otro, han pasado de estar empleados a quedarse mano sobre mano, y bajo la amenaza de abandonar su estatus de clase media.
Durante las pasadas elecciones se ha hablado mucho de problemas diversos que todos reconocemos y coincidimos en señalar y diagnosticar, pero apenas se han abordado medidas concretas para crear nuevos yacimientos de empleo.
Normalmente, nos centramos en la frontera como principal fuente de riquezas, por aquello del comercio atípico y de las ventajas que para la captación de la emergente clase media marroquí tendría un tránsito fronterizo realmente fluido.
Sin duda, conseguir una frontera ágil podría abrirnos nuevas puertas y hacernos atractivos para un tipo de visitante, de mayor poder adquisitivo, que contribuyera a dar vida a nuestros establecimientos comerciales. Pero esto es difícilmente casable con un negocio intenso como el que, bajo el modo del llamado comercio atípico, intenta llevarse a cabo aún a costa de copar por completo la frontera.
Jamás lograremos un paso más o menos ágil con Marruecos mientras no se despeje por completo Beni-Enzar del clásico pase de mercaderías y no se regule debidamente el de Farhana.
La tarea no es fácil, la inició El Barkani, desde la Delegación del Gobierno, provocando todo tipo de críticas entre los que no quieren poner freno a la gallina de los huevos de oro, explotándola al máximo mientras dure.
Sinceramente, veo difícil solución a nuestros problemas y colapsos en la frontera mientras el eufemísticamente llamado comercio atípico no se regule o se ciña a un único paso. Por eso, espero que el nuevo Gobierno de la Nación retome el proyecto que diseñó el Gobierno de Juan José Imbroda, para mejorar el de Barrio Chino y concentrar allí el grueso del comercio con Marruecos.
Melilla debe avanzar en ese difícil reto de conjugar la agilidad fronteriza con una productiva que mantenga y dignifique el pase de mercancías al otro lado de la verja. Pero más allá de ello y de las apuestas que se están haciendo desde la Ciudad Autónoma por atraer cruceros y visitantes peninsulares, o en el ámbito de las telecomunicaciones y el I+d+i para captar y desarrollar empresas del mundo de la telemática, hay que seguir explorando otras vías.
Y al hilo de que andamos celebrando la Semana de Cine y de la grabación en estos días en nuestras calles de la serie para Movistar+ ‘La Unidad’, retomo una idea de la que el fallecido periodista Fernando Belmonte siempre fue un gran defensor: la creación de una Film Comission que venda a productores audiovisuales los atractivos sobrados que reúne Melilla para ofrecer localizaciones varias, en un marco de ventajas fiscales que las hacen todavía más interesantes.
Porque aquí no sólo podemos ofrecer sol, buen clima, costa, algo de campo con nuestro parque Periurbano de los Pinares, junto a acantilados y playas, sino que contamos con una luz natural especial, un recinto histórico que da mucho juego, una frontera que en sus contrastes no deja de aportar exotismo, y una sociedad diversa que añade más color y variedad a nuestro rico patrimonio arquitectónico modernista. Todo ello, sin olvidar nuestro especial régimen fiscal y su menor carga impositiva.
Apostar por el desarrollo de la industria audiovisual no es ninguna locura. Ojalá el futuro Gobierno de la Ciudad sea capaz de retomar esta idea.