La procesión oficial contó con una nutrida representación de autoridades civiles y militares y cuerpos de seguridad del Estado
La Cofradía del Nazareno volvió a protagonizar el pasado viernes la procesión principal y oficial de nuestra Semana Santa, acompañada por las primeras autoridades de la ciudad, encabezadas por el comandante general, César Muro Beyanas, en representación de Su Majestad el Rey, hermano honorífico de la misma Hermandad.,
Con ella se impuso el luto riguroso en la noche del Viernes Santo al paso del Santo Entierro o Cristo Yacente en el Santo Sepulcro que, un año más, marchó por las calles de Melilla acompañado por la virgen de Mena o Dolorosa en su Soledad y antecedido del Cristo del Socorro.
Orden procesional
La estación de penitencia más completa y rica de cuantas se suceden en nuestra ciudad, se convirtió en una esmerada catequesis plástica, representativa de la muerte de Cristo.
Una procesión caracterizada por la hermosura de sus imágenes, la impresionante talla del Cristo yacente, el realismo del Cristo del Socorro y los finos rasgos de la Dolorosa de Pedro de Mena, del siglo XVII.
Como siempre, la abría un cuadro de gala de la Policía Local, tras el que marchaban los estandartes y escudos de la Cofradía, un primer tercio de nazareos y una nutrida representación del Cuerpo de Bomberos y Policía Nacional, para dar paso al sencillo pero hermoso Cristo del Socorro, que mezclaba en su monte de buganvillas flores violáceas y amarillas, y que como siempre marchaba portado por jóvenes cofrades de la hermandad de ‘El Pueblo’ y con un cuadro de gastadores del Tercio Gran Capitán I de la Legión como escolta.
Tras él Cristo crucificado, el impresionante paso del Cristo Yacente, escoltado por la Compañía de mar y seguido por las primeras autoridades de la ciudad, entre ellas el presidente Juan José Imbroda, el delegado del Gobierno, la representación parlamentaria de los melillenses en las Cortes Generales y una numerosa representación también de la Asamblea de Melilla.
Máximo realismo
Una estación de penitencia de riguroso luto que se volvió toda realismo con la talla del Cristo Yacente en el Santo Sepulcro, necesitada de centenar y medio de portadores aproximadamente para salir a la calle.
Esta imagen, obra de Benito Sánchez Barbero, encuadrado en la Escuela Granadina, aún siendo la que menos historia tiene de todas las de la hermandad de ‘El Pueblo’, resulta sin embargo una de las más impresionantes. Como suele ser habitual, la acompañan también numerosas mujeres con mantilla
La Dolorosa
Finalmente, Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad, de negro absoluto, escoltada por la Guardia Civil y seguida por una representación de distintos cuerpos militares, la Banda de Música de la Comandancia y una unidad del Regimiento de Artillería
La procesión oficial exige movilizar a más de medio millar de personas, poco más de doscientos cincuenta sólo como portadores, entre los que también hubo este año algún espontáneo de última hora, tal cual se evidenciaba por la falta de traje oscuro o ropa de calle con la que marchaban bajo los tronos.