Fue la última procesión en salir de su parroquia pero la primera en entrar en la Avenida Juan Carlos I, o carrera oficial de las estaciones de penitencia de la Semana Santa.
Todo el centro de la ciudad se envolvió en el golpeteo del tambor desnudo a partir de las ocho y media, hora de salida, con un retraso de treinta minutos respecto de lo previsto, de la imponente talla del Cristo de la Paz, como siempre, acompañada de la Banda Municipal de Melilla y sin más custodia que su tercio de nazarenos, vestidos con saya roja y capuz blanco.
Luto y recogimiento
La gran talla del Cristo crucificado, del año 1810, e incorporada a las procesiones de la Cofradía de la Soledad desde el año 84, abrió una noche excelsa de procesiones que arrastraron tras de sí a centenares de melillenses.
La imagen, con su paso cadencioso y silencioso, conducida por el capataz del trono, Manuel Jiménez, y llevada por un conjunto de 90 portadores, fue en realidad la última en salir de su parroquia en el día de ayer, cuando las últimas luces del día aún despuntaban, pero fue también, como ya es tradición en nuestro programa de procesiones, la primera en entrar en la Avenida.
Mecido a los sones de la Banda Municipal que, entre otras melodías, tocó una dedicada al mismo Cristo de la Paz, su estación de penitencia hizo posible una año más una procesión sobria y recogida, a la que se sumó un nutrido grupo de penitentes.
La imagen, de autor desconocido y restaurada en 1992 por David Antonio Gutiérrez, traspasó entre aplausos de devotos, cofrades y público en genera,l el pórtico del Sagrado Corazón, para mecerse primero en la Plaza de Menéndez Pelayo, sita frente a la sede parroquial de la Cofradía, e iniciar un breve recorrido por las calles Ejército Español y Cervantes antes de su entrada, sobre las nueve de la noche, en la carrera oficial o Avenida principal de Melilla..
Erigido sobre un lecho de flores rojas, roto a sus pies por un centro de flores moradas, gracias al exorno diseñado por Ángela Casado, el Cristo realizó un año más su procesión sobre el soberbio trono dorado de 2.500 kilos de peso, que la Cofradía de la Soledad adquirió a la Agrupación de Cofradías de Málaga a principios de los 80 y que, en Melilla, además de ser restaurado y cubierto con pan de oro, fue embellecido por distintos pintores locales con medallones alusivos a detalles pasionales del vía crucis de Jesucristo.
Fiel a su estilo, la Cofradía de la Soledad hizo de su salida a la calle una expresión de luto y recreación de la Pasión y Muerte de Cristo.
Procesión del silencio
La Cofradía volverá a salir mañana Viernes Santo, con la procesión del silencio o de Nuestra Señora de la Soledad, que partirá a las 23.00 desde la parroquia del Sagrado Corazón para iniciar su oscuro recorrido por la Avenida pasada la media noche.
Los cofrades de la Soledad brindarán, en torno a la una de la madrugada, un acto de desagravio a la Virgen, a la altura de la Plaza Menéndez Pelayo, cerrando así las estaciones de penitencia y procesiones de luto de la Semana Santa de Melilla.
De tal modo, la Cofradía pionera de nuestra actual Semana de Pasión, se convertirá un año más en el colofón de la Semana Mayor de los cristianos melillenses.
Fundada en el año 1951, la Cofradía de la Soledad retomó las procesiones en Melilla en el año 1980, tras siete años de prohibición impuestos por el Obispado de Málaga. Precisamente fue la imagen de la Soledad la que reinició un Viernes Santo las estaciones de penitencia que poco a poco fueron recuperándose hasta lograr consolidar nuevamente la Semana Santa en Melilla.