SE llama María G. Estudillo, es secretaria de la Asociación de Comerciantes de la frontera (Acsemel), y está preocupada por el desánimo que impera en el sector empresarial local.
Ella está convencida de que necesitan estar unidos para hacer frente a “las águilas” que nunca han visto con buenos ojos “un movimiento fuerte y reivindicativo” como el que caracterizó los primeros años de Acsemel, una entidad nacida al calor de las restricciones en el paso fronterizo de Beni Enzar. Por eso, dice, han intentado primero controlarlo y luego “devorarlo”.
Estudillo considera que detrás de la desilusión de los comerciantes y el freno a su empuje están los “problemas constantes en la frontera” y “la desidia de los partidos políticos”.
Así, han pasado de estar todo el día en la frontera, peleando por sus negocios, a adoptar una postura pasiva, como si hubieran dejado de creer en su fuerza. Por eso considera que esa esencia debería florecer de nuevo.
Sabe que no es fácil porque Acsemel tiene un escaso “margen de maniobra” y una financiación exigua, pero ella llama a despertar el espíritu esperanzador con que nació la asociación.
Es de la misma opinión Abdeselam Mohamed, el presidente de Acsemel, que, en declaraciones a El Faro, admite que ahora están un poco parados, pero él cree que influye el contexto. De nada serviría sentarse a negociar con el Gobierno teniendo elecciones a la vuelta de la esquina. Cualquier cambio convertiría esas negociaciones en papel mojado. “Lo que nos van a prometer ahora no se va a cumplir”, apunta.
Él entiende que los empresarios melillenses estén desanimados. “No es para no estarlo”, admite. En su opinión, “es normal”.
Pero él se siente con fuerzas y tiene “todavía esperanzas” de que la situación económica mejore. “Seguiré luchando con las botas puestas”, añadió.
Abdeslam Mohamed aclara que antes Acsemel iba por libre, pero que desde que se integró en la Plataforma de Empresarios, ahora se coordina con ellos.
Y justo a Enrique Alcoba, presidente de la Plataforma, hemos preguntado si no se han manifestado contra el PSOE porque son socialistas.
El también líder de Acome, contestó con tranquilidad que no se trata de filiación política sino de capacidad para dialogar. Según dijo, las negociaciones se cortaron con el Gobierno local porque no éste no quiso sentarse a la misma mesa que Acsemel.
Al no haber posibilidad de hablar y de buscar soluciones a lo que está matando sus negocios, la Plataforma optó por salir a la calle y hacer una demostración de fuerza que hizo palidecer a más de uno.
Con el PSOE no han tenido necesidad de protestar porque siempre que han pedido una reunión con la Delegación la han tenido sin imponer condiciones ni vetos.
El problema, explica, no es de colores políticos sino de capacidad para escuchar y hacer propuestas. En la Plataforma, aclara, no se le pregunta a ningún empresario a qué partido vota. Hay de todos los colores, de izquierda y de derecha y de todas las religiones.
En cambio en otras organizaciones hay algunos, dijo, que le deben mucho al Partido Popular “porque dependen mucho de ellos”.
Alcoba coincide con Abdeslam Mohamed, en que no es tiempo de negociar con nadie porque hace ocho meses había un gobierno, ahora tenemos otro y dentro de dos meses, puede haber otro.
Sobre sus desavenencias con la CEME, explicó que el tema está en los Juzgados. Él considera que el reparto de los votos de los vocales tras las elecciones en la patronal no se ajusta a la representatividad de cada asociación.
Por eso está a la espera de que un juez decida. Luego ya verá, pero envía un aviso a navegantes: la CEME la creó Manolo Cuenca, expresidente de Acome, y él no va a renunciar tan fácilmente. “No le vamos a poner el camino muy fácil ni vamos a irnos todos para que se queden ellos”.
A los que creen que la Plataforma cojea también envía Alcoba un mensaje: “Está totalmente legitimada y la diferencia es que somos mayoría y representamos tanto a trabajadores como a empresas”.
Y una última perla: ahora tienen una unión importante “como nunca se ha tenido”.
Hasta que la gente no deje de estar autosecuestrada por los paniaguados que dependen del dedo de gracia del desgobierno local, Melilla nunca tendrá futuro. Fuera mediocres