El diputado nacional y ex ministro de Justicia del PP, Rafael Catalá dio el pasado viernes, en el Ilustre Colegio de Abogados de Melilla, una conferencia sobre los 40 años que este año cumple la Constitución española. Antes de su charla, El Faro pudo hablar con él.
-¿Qué significa la Constitución para los españoles en general y para los melillenses en particular?
-La Constitución española es un gran cuerdo entre todos los españoles que alcanzamos en el año 78 y que nos ha permitido 40 años de estabilidad política, institucional democrática y de desarrollo socioeconómico como no habíamos conocido en la historia de nuestro país. Un camino compartido durante 40 años por todos los españoles y muy particularmente por Melilla, nombrada tres veces en el texto. Ahora que celebramos el aniversario, es buen momento para reforzar estos valores y plantear las cosas que quizás es conveniente reformar, pero siempre dentro de ese gran consenso que estuvo en el origen.
-Hay voces, tanto desde la izquierda como desde la derecha, que piden una reforma de la Constitución.
-La Constitución ya tiene 40 años, en este tiempo España ha cambiado y es razonable plantear cambios conceptualmente. Por ejemplo, el orden de sucesión a la Corona, que prefiere al hombre respecto a la mujer, hoy nadie esta de acuerdo. También hay posibilidad de que algunos derechos que han surgido se introduzcan o que el régimen de las Comunidades Autónomas se simplifique. Hay cosas que mejorar pero haría falta un consenso equivalente al momento de aprobación del texto. Se puede hablar de la reforma, la Constitución la prevé, pero no para abrir en canal nuestra Transición. No hay que tirar el edificio entero, como algunos pretenden.
-Sobre aquello que es o no constitucional, ¿usted ve simbología no constitucional en Melilla?
-En España no hay ningún partido que defienda un régimen sin libertades como fue el franquismo. La Ley de Memoria Histórica regula los símbolos de la época franquista, si bien hace diferencias entre los temas de conservación del patrimonio y los meramente políticos. Hay que separar ambos los aspectos. Que se mantenga una estatua de Franco no significa en absoluto que nadie este defendiendo un régimen político que carecía de libertades.