El exministro del Interior Jorge Fernández Díaz será recordado por muchos por su reprobación tras el uso de recursos del Estado para perseguir a adversarios políticos o por la utilización de “dosieres fabricados” aunque hay que aclarar que en ninguno de los dos casos la Fiscalía del Supremo consideró que había delito.
También será recordado por la Medalla de Oro al Mérito Policial, la más alta condecoración del Cuerpo, que concedió en 2014 a Nuestra Señora María Santísima del Amor por su dedicación, “desvelo, solidaridad y sacrificio”. O por la Cruz de Plata que en nombre de la Guardia Civil otorgó en 2015 a la Virgen de los Dolores de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, de Archidona, en Málaga. Qué se puede esperar de un hombre del Opus Dei, habitual de los retiros espirituales del Valle de los Caídos, según publicó eldiario.es.
Pero en Melilla vamos a recordarlo además de por su fe por los trabajos de remodelación del paso fronterizo de Beni Enzar, en el que, durante su mandato, se invirtieron 1,9 millones de euros.
Las obras, como pasa con la mayoría de las reformas, se hagan donde se hagan, nunca gustan a todos. Los comerciantes de la frontera, agrupados bajo las siglas de Acsemel, consideraron en una encuesta de 2014 que tras la remodelación el funcionamiento del principal paso fronterizo de Melilla había ido a peor.
Este lunes el Sindicato Unificado de Policía (SUP) se quejaba de las obras de Farhana en las que se han invertido 600.000 euros sin tener en cuenta las recomendaciones de los agentes que trabajan a diario allí.
Y yo me pregunto, si Beni Enzar quedó nada más que regular con casi 2 millones de euros, ¿qué esperábamos para Farhana con un presupuesto tres veces menor?
Podríamos decir que en ambos casos se ha parcheado y no faltaríamos a la verdad. Pero es de bien nacidos ser agradecidos. Hasta que llegó Fernández Díaz a Interior nadie puso sobre la mesa el dinero para arreglar dos de las cuatro fronteras de Melilla. Lo hizo él (aunque la de Farhana se empezó a ejecutar con su sucesor Juan Ignacio Zoido). Han quedado de aquella manera, pero podríamos estar infinitamente peor.
En Farhana, con 600.000 euros, se ha hecho lo que buenamente se ha podido. Y así ha quedado. En verano, aquello en un asadero de pollos; cuando llueve se convierte en una rambla y si hay viento hay que tirar el ancla a tierra.
No nos queda otra que leernos los programas electorales de los partidos y ver cuál de todos pone entre sus prioridades convertir las fronteras de Melilla en pasos del universo Schengen.
Hemos avanzado en los últimos años, pero no sólo se puede estar mejor sino que deberíamos estar mejor. ¿Por qué estamos como estamos? Para eso tengo un rosario de respuestas, pero hay una incontestable: porque no le apretamos las clavijas a los políticos en las urnas. No somos exigentes y la mayoría siempre vota lo mismo sin pasar revista a las promesas incumplidas. No estoy incitando a ser una veleta, sino a entender lo que vale un voto. Nos necesitan.
Los sindicatos policiales de Melilla llevan años reclamando mejoras en los pasos fronterizos de la ciudad. Nuestros policías y guardias civiles son los que están allí, comiéndose el polvo de los coches que entran o salen de España, haciendo un trabajo que ni de lejos está bien pagado.
Ya han conseguido la subida salarial. Ahora hacen falta más efectivos y mejores infraestructuras. Hay que seguir pidiendo. Pedid y se os concederá. Pero para eso hay que votar en las urnas.