Varias sucursales bancarias de Melilla han decidido cortar por lo sano y rechazar el ingreso de dinero en efectivo con billetes grandes a los empresarios de la ciudad.
Se blindan así de la sospecha de colaboración con las grandes lavadoras de dinero procedente del narcotráfico en el norte del Rif.
Da la impresión de que, salvo tres entidades, el resto se ha puesto de acuerdo para hacer frente al blanqueo de capitales, pero de una manera tan radical que ahora están pagando justos por pecadores.
Cuesta creer que un banco no quiera aceptar dinero de curso legal ni admita más clientes. Por eso este tipo de decisión a lo bestia me empuja a creer que pecan de exceso de celo. ¿Han echado el freno de mano por temor a que haya alguna investigación en curso?
Para los empresarios del porteo, el rechazo se ha convertido en un quebradero de cabeza porque si bien es cierto que la mercancía que venden, entra en Marruecos a través del ‘comercio atípico’, hay que tener en cuenta que ellos pagan sus impuestos de importación y de actividades comerciales en Melilla. El problema está en que sus clientes les compran sus productos en efectivo y ese dinero es el que se les está quedando en las manos.
Muchos están teniendo problemas, incluso, para pagar a sus proveedores porque al no tener cuenta bancaria o no poder ingresar dinero en efectivo en el banco no pueden hacer las transferencias comprometidas con las empresas suministradoras.
Tiene que haber un término medio o, en su defecto, una denuncia en los juzgados. Si el dinero que mueve el porteo es de curso legal, entonces los bancos por más que sean entidades privadas, deberán aceptarlo o, de lo contrario, un juez deberá forzarlos a que expliquen su negativa con argumentos, no con sospechas infundadas.
En Melilla nos conocemos todos. Aquí se rumorea, se cuchichea quién mueve qué y quién cuelga los billetes en el tendedero de éste o aquel negocio. Otra cosa es que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no encuentren pruebas para armar el rompecabezas.
Las malas lenguas hablan de qué gente vive por encima de sus posibilidades y de cómo le cambia la vida a fulano o a mengano de la noche a la mañana delante de nuestras narices. Difícilmente ese rumor no llegue a las unidades contra el blanqueo de capitales, a las que les pagan para hacer ese trabajo.
El exceso de precaución de los bancos en Melilla viene a dar la voz de alarma. ¿El bicho es mucho más grande de lo que nos imaginábamos? ¿Es una práctica mucho más habitual de lo que podemos sospechar?
En marzo pasado se pusieron en circulación en España 36 millones de billetes de 500. Son diez millones menos que en el mismo mes del año pasado. El Banco de España quiere reducir su circulación progresivamente para luchar contra el narcotráfico y la financiación de actividades ilícitas.
Si cada vez hay menos ‘Bin Laden’ en España, ¿circulan en Melilla en una proporción mayor que en ciudades industriales como País Vasco o Barcelona?
Habrá que revisar estadísticas y también entender que lo último que necesita el comercio de esta ciudad es otro palito en las ruedas.
Nuestra economía local no admite más sustos. Hay que compaginar la lucha contra el blanqueo con la actividad de nuestros empresarios. Los bancos no pueden ser el problema sino la solución.