Cerca de medio millar de inmigrantes subsaharianos han sido detenidos en Nador y trasladados en autobuses, a la fuerza y esposados, a ciudades del sur de Marruecos con el ánimo de alejarlos de la valla de Melilla y de la posibilidad de subir a una patera para llegar a España.
La cumbre entre Pedro Sánchez y Angela Merkel ha dado sus primeros frutos. Mientras ambos se comprometían en Doñana a apartar 130 millones de euros extra para que el reino alauí haga frente a la creciente llegada de inmigrantes a su territorio, la Policía marroquí desmantelaba por la fuerza campamentos de subsaharianos en Nador y Tánger.
Aquí no estamos hablando de compromiso contra la inmigración irregular sino de dinero. Marruecos funciona a golpe de talonarios y no pierde el tiempo en disimular. ¿Para qué?
Activistas defensores de los derechos humanos en la región vecina denunciaron en Facebook el traslado en autobuses de los subsaharianos que estaban asentados en el campamento de Bolingo, en Nador. Los antidisturbios marroquíes no sólo se llevaron a los adultos. También a menores separados de sus padres. Además, destrozaron las chabolas y los enseres de los inmigrantes.
Las redadas se vienen haciendo desde el pasado martes, lo que significa que Marruecos estaba al tanto del encuentro que iban a tener Sánchez y Merkel y sabía que tras esa foto iba a hacer caja.
Eso significa que hay comunicación directa entre Rabat y Madrid. Prueba de ello es el encuentro informal que tuvieron el domingo en Tánger los ministros del Interior español y marroquí, durante la celebración de la Supercopa de España, que ganó el Barcelona. Si se dijeron algo o si Melilla fue tema de conversación, no lo sabemos. Aquí todo sigue casi igual.
Los contenedores españoles continúan varados en ‘tierra de nadie’ y la patronal marroquí habla ahora de crear un centro de clasificación de ropa en el puerto de Beni Enzar.
Nos hemos quejado mucho del contrabando. Si sale adelante el proyecto marroquí, el fin del comercio atípico está al doblar de la esquina y con él los empleos que crea aquí. También se dejan de recaudar impuestos en el puerto. Poco a poco se sigue secando la teta de la vaca que nos da de comer.
Esto me recuerda lo que ocurrió poco antes de que estallara la crisis económica, cuando los periodistas españoles nos cebamos con el ladrillo, la corrupción, las comisiones del 3% a los políticos... Hasta que un día de 2009 estalló la burbuja inmobiliaria. Se desinfló el negocio y la prensa fue una de sus grandes víctimas.
Más de 36.000 periodistas se quedaron sin trabajo en este país. A muchos les pilló el traspié sin esperarlo y aún no han podido recuperar lo perdido. Nunca pensamos que nuestro futuro estaba atado a los mismos ladrillos que ayudamos a derribar.
No sé si la creación de un centro de clasificación textil acabará o no con el contrabando en Melilla. De hacerlo, nuestra frontera se quedará sin la terrible imagen de los hombres y mujeres cargados de fardos inmensos en régimen de semiesclavitud.
Hubo un tiempo en el que empresarios de la frontera amenazaron con marcharse al puerto de Nador si en la frontera de Melilla les seguían poniendo pegas a sus clientes. Ahora pueden hacerlo.
Nador está avanzando y no espera por nosotros. La región está despegando con dinero de la UE.