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Dos inmigrantes se encuentran en la UCI tras haber sido rescatados del mar
La noche del jueves, otra patera alcanzó el litoral de nuestra ciudad. En esta ocasión, la embarcación penetró por aguas próximas a las escolleras de Melilla La Vieja, en una zona conocida como la Boca del León.
En la patera viajaban 21 inmigrantes que, antes de partir desde un punto desconocido de la costa marroquí, habían decidido afrontar los peligrosos riesgos que implica el sueño de alcanzar el territorio de la Unión Europea.
Con el fin de poder emprender la huida, el patrón de la embarcación ordenó a sus tripulantes echarse al agua. No le importó que las adversas condiciones climatológicas convirtieran ese salto a un mar embravecido en una más que posible sentencia de muerte. Quienes trafican con vidas humanas no tienen alma.
Quince de los migrantes pudieron alcanzar la costa, pero otros seis no tuvieron la misma suerte. Sólo la rápida intervención de la Guardia Civil, cuyo Grupo Especial de Actividades Subacuáticas lleva a cabo una labor que no tiene precio, evitó in extremis que las procelosas aguas del mar de Alborán engulleran a esos desgraciados.
Sin embargo, el drama continuó. Dos de esos hombres se encontraban en parada cardiorrespiratoria en el momento de ser salvados. Su estado hizo necesario que una ambulancia los trasladase con urgencia al Hospital Comarcal, en cuya Unidad de Cuidados Intensivos quedaron ingresados.
Hace ya mucho tiempo que las personas originarias del África subsahariana que ansían el sueño europeo no intentan rebasar la valla que rodea Melilla. Las mafias parecen estar imponiendo una ruta alternativa endiabladamente más peligrosa. La llegada en los últimos trece días de cinco pateras no hace más que confirmar este cambio en las formas irregulares de acceso a territorio español.
Cuando se cierra una puerta, se intenta abrir una ventana. Una ventana que, en este caso, podría mirar a un abismo.