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El descubrimiento data del año 4.000 a.C. y presenta semillas de plantas antiguas y momias de animales
El XIV Encuentro de Egiptología impulsado por la Fundación Gaselec ha reunido en Melilla un elenco de investigadores, arqueológos y egiptólogos de la talla de José Manuel Galán Allué, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y director del ‘Proyecto Djehuty’, que desde el año 2001 se encarga de excavar y analizar los monumentos funerarios localizados en la colina egipcia de Dra abu el-Naga, en Luxor.
La pasión y entusiasmo que pone Galán en su proyecto, al que lleva dedicando más de 15 años, se nota en su brillante mirada cuando habla de sus últimos descubrimentos, y es que este Indiana Jones español (si se me permite la licencia), se emociona cuando reconoce que su equipo ha encontrado “el primer jardín funerario ritual en Egipto”. Este descubrimiento ha sacado a la luz los restos de diversas tumbas de la necrópolis estudiadas. El jardín data del año 4.000 a.C., y presenta semillas de plantas como el cilantro, frutos como dátiles secos, un árbol que probablemente sea un tamarisco, y momias de distintos animales, como numerosos ibis, águilas y serpientes, que Galán se atreve a cuantificar en miles.
Hemos encontrado plantas de carácter simbólico que los
egipcios usaban en ofrendas a difuntos de renombre”
Este investigador reconoce que las seis semanas de excavación, durante la última campaña realizada entre enero y febrero, han dado sus frutos: obtener suficiente material para corroborar si el jardín encontrado es realmente de carácter ritual y qué relación y uso tenían las plantas y los animales momificados hallados. “Hemos encontrado plantas de carácter simbólico que los egipcios utilizaban para realizar ofrendas a difuntos de renombre. El tamarisco es un árbol simbólico. Sin embargo, también hemos encontrado plantas de carácter práctico, como el cilantro, que se utilizaba para hacer ofrendas en los funerales. Son elementos de distinto uso que encontramos en un mismo lugar”, asegura Galán, quien ya anticipa que los trabajos de estudios requerirán mucha dedicación durante los próximos meses.
La singularidad del jardín
Este jardín se considera el primero de temática ritual encontrado en Egipto, ya que, hasta la fecha, tan sólo se había descubierto el jardín de Nubia, que fue inundado por la presa de Asuán a mediados del siglo XX, y el de Amana, que está asociado a un uso funerario cotidiano del poblado. Por ello, este jardín, localizado en la necrópolis de Dra Abu el-Naga, representa una oportunidad única para comprender mejor los ritos de enterramiento egipcios. El arqueólogo recuerda que la iconografía egipcia sobre la disposición de los jardines en los cementerios es una base importante para reconocer las peculiaridades de este espacio.
Los investigadores
El equipo de investigación que participa en este proyecto está formado por 20 especialistas en distintas disciplinas para aportar una visión global de todos los aspectos que configuran este descubrimiento. Así, Galán se ha rodeado de profesionales en el ámbito de la arqueobotánica para analizar las semillas de cilantro encontradas, las cuales “están secas y dificilmente germinarían tras miles de años enterradas”, como los dátiles, “que están secos y no sería aconsejable probarlos”.
Las paredes de la cámara funeraria tienen esculpidos
versos y pasajes del Libro de los Muertos”
En la investigación también participan expertos en zoología para analizar los restos momificados de los animales encontrados. “La gran cantidad de momias de ibis y águilas nos hace sospechar que criaban estos animales en granjas con el fin de ser sacrificados y momificados, pero es algo que tendremos que comprobar con el estudio pertinente de las zonas y los restos descubiertos”, indica el director del proyecto.
El Libro de los Muertos
Las seis semanas de investigación sobre el terreno también permitieron al equipo entrar en una tumba que hasta la fecha había permanecido cerrada por la gran cantidad de escombros que taponaban la entrada. Tras un arduo esfuerzo para despejar el camino, los investigadores se hallaron ante una cámara funeraria envuelta en versos del Libro de los Muertos.
Las paredes del sepulcro tenían esculpidos los versos de este texto milenario y dotaban a su lectura de una sensación tridimensional. “El suelo tenía esculpido los pasajes referentes a la vida de los muertos en el subsuelo, y el techo contenía los pasajes referentes al cielo”, detalló el investigador del CSIC. Este descubrimiento, con toques literarios, permite comparar el texto con otras versiones en papiro y adentrarse, de este modo, en la complicada interpretación de los jeroglíficos.