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El ‘modus operandi’ de la organización era “novedoso” por su estructura con cargos de centinelas y lazarillos
La detención de ocho personas ha llevado a la Guardia Civil a desmantelar una red criminal de embarcaciones fantasma que traficaba con inmigrantes ilegales. El ‘modus operandi’ de esta organización era “novedoso”, según la Benemérita, por el método de entrada a Melilla a través del mar y por la estructura definida en una cadena de distintos cargos, entre los que se encontraban los centinelas y lazarillos en los escalones más bajos.
Así trabajaban
Las entradas a la ciudad por vía marítima se realizaban mediante embarcaciones muy rápidas, que se aproximaban al espaldón del puerto comercial. Allí descargaban a los inmigrantes y los ocultaban entre las rocas de la escollera.
En cada trayecto de la embarcación trasladaban a 10 personas, que iban sacando de las escolleras de forma escalonada para no levantar sospechas. Según el Instituto Armado, la organización habría desarrollado 13 viajes de estas características.
Con tal de garantizar la seguridad de su dispositivo, la red contaba con varios vigilantes en distintos puntos del puerto y en Melilla La Vieja para avisar del paso de patrullas policiales marítimas y terrestres. Además, la red también utilizaba a otras personas, habitualmente menores de edad, como lazarillos. Su papel era señalar a los inmigrantes el camino que debían seguir para salir de entre las rocas.
En el momento en el que salían de la zona de las escolleras, los formaban en parejas (hombre y mujer, de la mano) para simular que paseaban por la ciudad, según señala a Guardia Civil. Así, se acercaban de forma escalonada hasta el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) para no levantar sospechas y aseguraban que habían entrado a Melilla mediante dobles fondos de vehículos.
Dobles fondos
La entrada por vía terrestre se realizaba a través de dobles fondos en vehículos de media o alta gama, ocupados por personas que representaban ser una familia para aparentar normalidad. Así, los coches iban ocupados por un hombre y una mujer y varios menores en los asientos traseros.
La red tenía constancia de los días y de las franjas horarias en las que los guardias llevaban a cabo menos registros selectivos, momentos que usaba para pasar con sus vehículos. Para rentabilizar los pases, introducían a tres personas y les cobraban 4.200 euros a cada una de ellas.
La organización disponía de 6 vehículos para cambiar en cada trayecto. Estos coches se encontraban aparcados en el garaje del domicilio situado en el barrio de Monte María Cristina y conectaba con la vivienda en la que los inmigrantes se escondían durante 24 horas antes de poner rumbo al CETI de forma gradual.
El misterio de las embarcaciones fantasma
Durante el verano de 2016 se detectaron varias entradas de inmigrantes por mar en embarcaciones que nunca fueron localizadas. Estas pateras fantasma salían desde Marruecos cargadas de subsaharianos, que dejaban en las costas de Melilla y desaparecían a toda velocidad una vez habían hecho la escala. De este modo, se evitaba que la policía diera con la organización.