Supongo que muchos de ustedes, al igual que yo, comerían ayer el exquisito cordero cocinado al estilo bereber, con ricas especias, almendras, pasas, huevos duros y esa salsa aromática y reconstituyente que tanto gusta mojadita en pan. Melilla vivió ayer por primera vez en su historia el Aid el Kebir o Pascua Grande de la comunidad musulmana a tono con la importancia de la fiesta, sin medias tintas que convirtiesen la jornada en un día semifestivo como ha venido pasando en las últimas décadas y muy especialmente desde que los musulmanes melillenses comenzaran a gozar de todos sus derechos políticos y jurídicos, como consecuencia de su justo proceso de nacionalización como españoles.
La Ciudad, el pasado año, cuando consensuó su calendario festivo para el presente 2010, logró enterrar por fin una larga etapa de disputas, en la que se dijeron muchas tonterías, se mezcló interesadamente política y religión y hasta se manipuló burdamente en un intento más de trasladar una imagen conflictiva y tensa de la realidad melillense.
Recuerdo en tal sentido un artículo de un reputado periodista y escritor Javier Valenzuela, quien llegó a ser director general de Información Internacional de la Presidencia del Gobierno central entre 2004 y 2006, amén de corresponsal de ‘El País’ en numerosos destinos como Beirut, Rabat o Washington.
Decía el articulista, tras un día en Melilla, invitado por Intercultural para el acto de entrega de sus premios ‘Convivencia’, que la no declaración en 2007 de la Pascua Islámica como fiesta oficial en Melilla tenia “bemoles”, porque el Gobierno de la Ciudad, “el que dirige el populista y derechista Imbroda, sí que incluye la Hanuká judía en su calendario de festividades, amén, por supuesto, de la Navidad cristiana”.
Valenzuela, mal informado y torpemente cargado de malicia ante una realidad que exige de muchos equilibrios para seguir avanzando en su multiculturalidad, introducía un dato abiertamente falso, que maleaba torticeramente el enfoque del debate y de cómo se venía produciendo en realidad. Y es que nunca la Hanuká judía, como hasta este año nunca lo ha sido el Aid el Kebir, o antes ninguna otra fiesta ajena al calendario tradicional de celebraciones imperantes en el conjunto de España, había sido declarada no laborable en nuestra ciudad.
El viejo pulso de algunas entidades y partidos políticos por poner en la balanza cuánto se gasta en las fiestas de unas y otras comunidades, para concluir que se prima a unos mientras se discrimina a otros, es tan erróneo y torticero como el hecho de querer ver en la declaración festiva de la Pascua Islámica una puerta abierta para otras fiestas de las diferentes comunidades que componen nuestra tierra, pero entre las que predominan, no nos olvidemos y sin desmerecimiento por ello de ninguna otra, las que sociológicamente podemos calificar de cristiana y musulmana.
La declaración festiva del Aid el Kebir no es más que un paso hacia la normalización de las realidades impuestas por el peso de las mayorías. Ya se trataba de hecho de un día semifestivo, no laboral para funcionarios y empleados de la Ciudad Autónoma, y para todo el sector educativo. Al margen, la notoria importancia numérica de los musulmanes en el sector de hostelería, comercios y establecimientos varios, hacia de la Pascua islámica un día a medio gas, en el que el eco de la fiesta se hacía presente en todos los órdenes de nuestra vida.
Es por tanto y sobre todo una razón práctica la que justifica esa declaración festiva, que por demás sirve de homenaje y reconocimiento también a un importante sector de nuestra ciudad, pero que sin embargo no puede depositar en este único motivo su principal explicación, porque si no entraríamos en otro e innecesario debate sobre la importancia y cualidad de las distintas comunidades, que como en el caso de la judía, sin ser tan destacada numéricamente, sí lo es por el contrario en el devenir histórico de nuestra ciudad y la construcción de lo que conocemos como la Melilla moderna.
Por tanto, aceptemos como una pura normalización de nuestra realidad cotidiana la declaración festiva del Aid el Kebir como día no laborable y admitamos que finalmente el Gobierno Imbroda supo resolver la cuestión, acoplando anualmente los 14 festivos a declarar, incluyendo la Pascua Islámica sin perjuicio por ello de ninguna otra fiesta concreta, sino de alguna de las que cayendo en domingo se opta por no trasladar al lunes. Este año sucedió así con la Virgen de Agosto y el que viene sucederá igual con el Primero de Mayo.
Melilla debe mirar a su presente y futuro sin complejos y sin prejuicios. Sólo así podremos avanzar desde la multiculturalidad a la interculturalidad, desde la coexistencia pacífica a la verdadera convivencia, y desde los compartimentos estancos hacia un mayor eclecticismo. Y esto tendremos que ir haciéndolo valer también en otros órdenes de nuestra vida diaria, con el fin sencillamente de contar con unos servicios públicos más adaptados a nuestra realidad. Me refiero en concreto al Tamazight y a la conveniencia de incluirlo en los baremos de oposiciones y contratos para los servicios de la Administración Pública en Melilla.